Este documento tiene por objetivo estimar los retornos de la educación universitaria de la población ocupada en Colombia, diferenciando por departamento y nivel educativo, con datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares de 2015, a través de la ecuación de Mincer, incluyendo el efecto sheepskins que permite capturar las distintas recompensas que otorga obtener un título. Además, se hizo un análisis de beneficio-costo para determinar la rentabilidad de realizar una carrera universitaria en Colombia. Los resultados indican que existe un bajo porcentaje de ocupados con título universitario, a pesar de que en Colombia sí es rentable realizar una carrera ya que, si se ingresa al mercado laboral, contando con un título de educación superior, se tendrá una rentabilidad media de 11,2% para hombres y 9,1% para mujeres.
1. INTRODUCCIÓN
Este documento intenta dar algunos elementos que permitan establecer si: ¿es beneficioso para los colombianos invertir en educación universitaria bajo las condiciones actuales del mercado laboral?. Esto debido a que la respuesta no es un rotundo sí, a pesar de que la inversión en educación trae beneficios sociales e individuales, tales como: inclusión, movilidad socioeconómica, aumentos de la productividad e incremento de los ingresos, entre otros.
Para contestar la pregunta anterior, se parte de la conceptualización del término capital humano, que se generalizó principalmente con los aportes de Mincer (1958 y 1974), Schultz (1961 y 1968) y Becker (1964 y 1983), quienes consideran la educación en cualquiera de los niveles (básica, media y superior) como una inversión que realizan los individuos para incrementar no solo su capacidad productiva, sino también sus ingresos futuros.
En consecuencia, surge una relación causal entre capacidad productiva y nivel de estudio, lo cual a nivel macroeconómico trae mejoras en la eficiencia y la productividad de los distintos factores de producción. Además, a nivel microeconómico los trabajadores cualificados recibirían un salario superior, frente a los no cualificados, debido al coste de oportunidad que asumieron al decidir incrementar sus cualificaciones.
Tradicionalmente, los economistas suelen estimar los retornos de la educación a través de la ecuación de Mincer (1974), que expresa que los ingresos de los individuos dependen, principalmente, de los años de estudio y la experiencia laboral. Sin embargo, lo novedoso del planteamiento de este documento es que toma en cuenta la evidencia que indica que hay otras variables (aparte de las de Mincer) como género, cultura, región, entre otras, que explican las diferencias entre los niveles de ingresos de los individuos (Heckman et al., 2003).
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