La amenaza del bioterrorismo ha atraído mucha atención después de la pesadilla del 11 de septiembre de 2001 y los días posteriores en que las cartas que contenían esporas de ántrax atacaron los Estados Unidos. La urgente necesidad de rastrear la fuente de las esporas de ántrax promovió el rápido nacimiento de la ciencia forense microbiana, que incluye la identificación fiable de la variación molecular (biomarcadores) entre las cepas microbianas relacionadas para inferir el origen de un determinado aislado. El paso decisivo en el desarrollo de la ciencia forense microbiana es establecer una base de datos completa para el rastreo de fuentes microbianas. Además, la elaboración de una serie de protocolos normalizados para esta nueva disciplina es esencial, como ha demostrado la comunidad forense humana. Las variaciones genéticas de los pesticidas Yersinia, Bacillus anthracis y Vibrio cholera se presentan como ejemplos para ilustrar su uso para el rastreo de fuentes. Ciertamente, es más fácil para los científicos de un solo país colaborar en el establecimiento de una base de datos genéticos para un patógeno determinado, pero una base de datos regional tan limitada restringirá la capacidad de rastrear, o incluso excluir, a los autores internacionales. Para superar esas limitaciones, es necesario elaborar un mecanismo de colaboración internacional mediante la coordinación de los aspectos científicos, políticos y reglamentarios.
La verdadera amenaza del bioterrorismo
El bioterrorismo ha sido reconocido desde hace mucho tiempo como una amenaza para los seres humanos, los animales y la agricultura [1]. El mundo se despertó con un caso real después del 11 de septiembre de 2001 en los EE.UU. con los ataques con cartas de ántrax. El bioterrorismo es el uso deliberado de organismos vivos o sus subproductos (toxinas) para infligir daños a seres humanos, animales, plantas, el medio ambiente o materiales por parte de individuos, grupos patrocinados por el Estado, insurgentes o rebeldes, grupos de culto, terroristas no alineados, grupos disidentes o delincuentes solitarios, con el fin de causar pánico social o amenazar la seguridad y estabilidad de la sociedad. Los motivos del bioterrorismo pueden ser políticos, ideológicos, religiosos o criminales, y a veces sólo para represalias personales. Es diferente de la guerra biológica, que es también el uso de organismos vivos o sus subproductos (toxinas) para infligir daño, pero ha sido utilizado por los ejércitos con fines militares [2]. Tanto el bioterrorismo como la guerra biológica pueden tener efectos devastadores en todo tipo de biodiversidad, incluyendo a los seres humanos, los animales, las plantas y otras formas de vida. También pueden dirigirse contra los recursos, por ejemplo, el agua o los suministros de alimentos [3] y, en las aplicaciones modernas, contra los materiales naturales y manufacturados [4]. Para describir el bioterrorismo o la guerra biológica también se han utilizado otras expresiones, como "biocrimen" (delito biológico), "bioataque" (ataque biológico), "incidencia biológica", "amenaza biológica" y "guerra biológica".
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