Este artículo analiza los indicadores de desarrollo sostenible para la evaluación de bioproductos. También determina criterios para la operacionalización de la evaluación de bioproductos a partir de la bibliografía disponible sobre el tema y de las opiniones de empresarios productores de envases fabricados con materiales derivados del petróleo. Los resultados de los estudios bibliográficos y de los cuestionarios indican que los indicadores utilizados para la evaluación deben reflejar con precisión el proceso o el estado de cosas que presentan, y ser claros para todas las partes interesadas a lo largo de toda la cadena de suministro.
INTRODUCCIÓN Y METODOLOGÍA
La edad de oro de la industria del plástico fue el resultado de la revolución industrial y el progreso técnico. Con el tiempo, los plásticos encontraron una serie de aplicaciones, como su uso en la construcción, la electrónica, la medicina, la aviación y muchas otras industrias (Piontek, 2019, p. 19).
En los últimos 70 años, la producción mundial de plásticos había aumentado de casi 0,5 millones de toneladas a mediados del siglo XX a más de 365 toneladas en 2016. Después de China, Europa es el segundo productor mundial de plásticos (Dobrucka, 2019, p. 129). En los países medianos y subdesarrollados, la proporción de residuos plásticos en los residuos municipales aumentó casi un 10% entre 1960 y 2005 (Geyer, Jambeck, Law, 2017). Las razones de este estado de cosas pueden rastrearse en tres fenómenos: el aumento de la escala de uso de materiales de envasado no naturales, el desarrollo del mercado de envases desechables y el uso de los envases como material de marketing. En los países muy desarrollados, los envases representan más del 40% de los residuos urbanos. En Polonia, esta proporción ascendió a casi el 48% en 2017 (Piontek, 2019, p. 21).
Entre las principales ventajas del uso de plásticos se encuentran, en primer lugar, los bajos costes y la alta funcionalidad (Piontek, 2019, p. 21). Aunque el uso de plásticos tiene muchas ventajas en comparación con otros materiales, sus desventajas son cada vez más preocupantes. El PET es cancerígeno (véase Sax), y la masa anual de residuos plásticos vertidos a los océanos por los ríos es de 1,15-2,41 millones de toneladas (Lebreton et al., 2017). En la actualidad, se está reduciendo el uso de materiales prácticamente no descomponibles para los envases (Nampoothiri et al., 2010). La obligación de cambiar el enfoque de esta cuestión se ha visto forzada por la introducción de dos documentos europeos: Directiva (UE) 2018/851 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 30 de mayo de 2018, por la que se modifica la Directiva 2008/98/CE relativa a los residuos y Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo (UE) 2018/852, de 30 de mayo de 2018, por la que se modifica la Directiva 94/62/CE relativa a los envases y residuos de envases (Dobrucka, 2019).
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