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Recent Advances in the Prevention of Bioterrorism AttacksAvances recientes en la prevención de ataques de bioterrorismo

Resumen

Desde los ataques de septiembre de 2001 contra el World Trade Center y otros lugares de los Estados Unidos, una de las principales preocupaciones de la comunidad mundial ha sido aumentar la seguridad nacional y, por consiguiente, prevenir los ataques terroristas. Otros ataques posteriores a la tragedia de 2001 en todo el mundo incluyeron el envío por correo de sobres que contenían esporas viables de Bacillus anthracis o de ántrax que causaron 5 muertes en los Estados Unidos. Como medida para contrarrestar los ataques de bioterrorismo, los Estados Unidos aplicaron en 2002 la "Ley de seguridad de la salud pública y de preparación y respuesta al bioterrorismo". Esto se fortaleció recientemente con la aprobación de la "Ley de Modernización de la Seguridad Alimentaria" de 2010. Ambas leyes tienen por objeto proporcionar recursos a los organismos de supervisión para una regulación y un control más estrictos de los alimentos que entran y se distribuyen en los Estados Unidos. Esto plantea la pregunta de hasta qué punto una nación puede prepararse para un posible ataque bioterrorista contra el suministro de alimentos.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han identificado varias biotoxinas que podrían utilizarse para la dispersión. Muchos de estos agentes están incluidos en las categorías A (incluyendo el ántrax, el botulismo, la viruela y la peste) y B (incluyendo las cepas de Salmonella y Escherichia, el cólera y la ricina) de la lista de los CDC de potenciales agentes de bioterrorismo que pueden ser dispersados con relativa facilidad y dar lugar a altas tasas de morbilidad y mortalidad. Una de las principales preocupaciones es la preparación de las autoridades de salud pública y la oportunidad de la respuesta y el reconocimiento de un incidente real. En un reciente análisis de riesgos de la respuesta a un incidente de bioterrorismo en el que intervinieron las bacterias Salmonella o Escherichia se llegó a la conclusión de que se necesitarían entre 3 y 5 días y al menos 2 casos confirmados para detectar y contener la fuente [1]. Las variables que fueron cruciales para la respuesta incluyeron el tiempo de exposición, la ubicación geográfica y la respuesta del sistema de salud local. Otro modelo que simulaba un ataque bioterrorista que incluía la toxina botulínica en la leche exige una evaluación de riesgos más rigurosa por parte del fabricante de alimentos y un análisis de la posible exposición de la población [2]. Un punto crucial en ambas simulaciones fue la detección e identificación del agente de bioterrorismo lo antes posible en el proceso de producción y fabricación de alimentos antes de que el producto llegue al consumidor. En el último decenio se han producido avances significativos en las técnicas analíticas y la identificación de biomarcadores de biotoxinas. Algunos de estos dispositivos pueden utilizarse sobre el terreno (como los biosensores) o proporcionar respuestas rápidas (por ejemplo, la PCR multiplexada) y retrasar al mismo tiempo la elaboración y distribución de los alimentos en un grado mínimo [3, 4]. A pesar de estos avances tecnológicos, todavía no se dispone de sensores que puedan detectar simultáneamente múltiples agentes con la sensibilidad y especificidad necesarias [5]. Esto es muy deseable para permitir la detección temprana de agentes de bioterrorismo en múltiples etapas de la cadena de suministro de alimentos.

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