La economía está sujeta a cambios constantes y los modelos y estrategias comerciales de las empresas a menudo quedan obsoletos antes de implementarse. Estas circunstancias del mundo moderno obligan a los empresarios a utilizar el pensamiento creativo y soluciones no estándar. El cambio está presente en casi todas las áreas comerciales, desde la producción, pasando por la distribución, el marketing y las ventas, hasta las operaciones de gestión. Es un estándar permanente comúnmente aceptado en los tiempos actuales. El rumbo contemporáneo del desarrollo socioeconómico en el ámbito internacional está delineado en la Agenda 2030, adoptada en 2015, cuyo núcleo es la idea de desarrollo sostenible. Una de las herramientas para implementar el desarrollo sostenible es el concepto de responsabilidad social empresarial (RSE). El objetivo del artículo es identificar los beneficios de incorporar estrategias de RSE en el modelo de negocio de las empresas del sector del transporte, desde visiones y misiones, pasando por objetivos estratégicos, políticas y programas, hasta llegar a los procedimientos. Se supone que mejorará la eficiencia y generará resultados estables, lo que se convertirá en una fuente de ventaja competitiva en el sector del transporte.
INTRODUCCIÓN
Los procesos que tienen lugar en la economía están sujetos a cambios constantes, razón por la cual los modelos, planes y estrategias empresariales a menudo se quedan obsoletos incluso antes de ponerse en práctica. Estas condiciones del mundo moderno obligan a empresarios y directivos a pensar de forma creativa, utilizar soluciones no estándar y buscar continuamente herramientas para navegar en la multitud de datos e información. De ahí que resulte extremadamente difícil prever todos los riesgos que una empresa puede encontrar en sus operaciones.
En un mundo globalizado, los sujetos de una vida socioeconómica ejercen un impacto diverso en la realidad circundante, lo que da lugar a un acoplamiento recíproco esencial para la calidad de vida y el bienestar de la sociedad (CE, 2016). Las orientaciones contemporáneas del desarrollo socioeconómico en el ámbito internacional se establecen en la Agenda 2030, adoptada en 2015 (ONU, 2015). La consecución de los objetivos de la Agenda es un proceso complejo y multidimensional. Para alcanzar estos objetivos es necesaria la participación activa de las empresas. Las empresas pueden contribuir eficazmente al desarrollo sostenible aplicando estrategias adecuadas y midiendo los resultados (Bekker, 2016, p. 8).
Porter y Kramer, representantes del concepto de creación de un valor socioeconómico compartido, afirman que el valor socioeconómico comprende procedimientos y prácticas operativas que aumentan la competitividad de las empresas y, al mismo tiempo, tienen un impacto positivo en las condiciones de vida económicas y sociales de las personas entre las que opera la empresa (Porter, Kramer, 2011).
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