A pesar del avance en el marco regulador internacional sobre bioprospección, la normatividad interna carece de uniformidad en torno a la política internacional en la materia. Por tal razón, se analizó la eficacia de la política colombiana sobre bioprospección en consonancia con las directrices y tratados internacionales, para evidenciar su nivel de cumplimiento. Se solicitó información a las autoridades ambientales sobre los permisos de estudio con fines de investigación científica en diversidad biológica y acceso a recursos genéticos y se consultó el registro de los grupos de investigación en Colombia a la luz de la regulación nacional. Se evidenció que la actividad científica en bioprospección ha crecido en los últimos cinco años tanto en número de grupos de investigación (30%) como en número de proyectos registrados (ocho veces). Sin embargo, el número de proyectos no coincide con el número de permisos, verificándose un margen de informalidad (70%). Los obstáculos para la legalización de las actividades científicas en biodiversidad hace necesario cambiar las normas para que el Estado cumpla con su deber de promoción de la investigación en el tema.
INTRODUCCIÓN
Colombia tiene una superficie interior de 1`141.748 km2 y 930.000 km2 de superficie marina; esto comprende casi el 50% de todo el territorio. Entre los países megadiversos (14), Colombia está clasificada globalmente como un país con alta biodiversidad. En riqueza de especies ocupa el puesto 40 en diversidad de plantas, el 5º en mamíferos, el 10º en aves, el 30º en reptiles, el 20º en diversidad de anfibios, peces de agua dulce y mariposas (Andrade 2011).
Wilson, que introdujo el concepto de biodiversidad (1985), considera que la mayor parte de la biodiversidad en todos los niveles de la jerarquía biológica (CJR 2008, Willies et al. 2009) sigue sin descubrirse. La información que tenemos es muy limitada. No tenemos certeza de cuántas especies hay en el mundo, de cuántos ecosistemas o relaciones genéticas existen, ni del número de especies que se originan o desaparecen de forma natural o como resultado de alteraciones de los ecosistemas. Según un estudio de Moreno (2005) sólo se ha identificado el 13% de la biodiversidad del planeta, el 0,4% de las bacterias, el 1% de los virus, el 5% de los hongos, y el 23% de los animales y el 84% de las plantas.
En 1992, el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) fue ratificado por Colombia mediante la incorporación de la Ley 165 de 1994 a la legislación nacional. Desde entonces, la bioprospección se define como la búsqueda, clasificación e investigación sistemática de nuevas fuentes de compuestos químicos, genes, proteínas y otros productos que conforman la diversidad biológica y que tienen un valor económico real o potencial. De acuerdo con los artículos 3 y 15 de este Convenio, el acceso a los recursos biológicos se considera hoy en día soberanía de cada Estado, y ya no es patrimonio de la humanidad (Jeffery 2002, Duarte y Velho 2009); por lo tanto, la bioprospección se ha convertido en una estrategia para que los países en desarrollo, ricos en biodiversidad, aumenten su capacidad de realizar actividades científicas y tecnológicas.
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