África es un vasto continente bendecido con una población joven, así como la abundancia de vida silvestre en muchos países que constituyen el continente. La mayoría de los estados generalmente son países subdesarrollados con menos naciones en desarrollo. La combinación de infraestructura de salud deficiente, instalaciones de investigación inadecuadas y legislación pobre o ausente contra brotes de enfermedades pone a la mayoría de las poblaciones del continente en grave riesgo de contraer patógenos mortales. En la mayoría de los países africanos, las tribus se han dividido entre uno o más países. Esto da como resultado que las personas del mismo clan, tradición y cultura sean gobernadas por dos o más estados diferentes dependiendo de qué lado de la cerca residan o nazcan. En esencia, esto permite la libre circulación de personas a través de las fronteras para interactuar con personas de la misma comprensión cultural. Las actividades o interacciones incluyen matrimonios, intercambio de dotes y comercio general entre los pueblos del continente. Estas prácticas son beneficiosas para la promoción de la economía local, pero también permiten la propagación de enfermedades contagiosas a través de las fronteras sin un control adecuado.
El actual brote de la enfermedad del virus del Ébola en el África occidental ha demostrado la vulnerabilidad de los Estados africanos en general ante un posible brote de enfermedad contagiosa. Además, expone a los Estados africanos a su nivel de falta de preparación para coordinar las medidas de cuarentena necesarias durante un brote de esa índole. Además, la falta de infraestructura para hacer frente a un brote de ese tipo es flagrante en este caso. En la actualidad sólo hay dos laboratorios de BSL 4 en todo el continente, uno en Sudáfrica (Laboratorio Nacional de Enfermedades Infecciosas y Transmisibles) y la unidad móvil patrocinada por Francia en Guinea. La falta de esa infraestructura significa que los estudios cruciales y críticos sobre los patógenos virales existentes en África se estudian en otros lugares en lugar de en África, donde existen los huéspedes patógenos naturales y el virus. Esto en sí mismo no es motivo de preocupación, ya que esos estudios suelen ser estudios de colaboración en los que pueden participar los africanos. Sin embargo, sí señala la deficiente preparación general y la falta de atención dentro de África.
El actual brote de Ebola debería servir de advertencia para que África se organice en función de tres puntos principales. En primer lugar, es necesario hacer mayor hincapié en la elaboración de una política a nivel regional o continental para esbozar los pasos a seguir en caso de que se sospeche la existencia de un brote contagioso. Esa política sería adoptada por los Estados miembros regionales, ya que enfermedades como el Ébola no respetan las fronteras nacionales. En segundo lugar, se debería dar prioridad a la infraestructura de investigación, incluidos los laboratorios BSL 4 que se ocupan de la investigación de enfermedades animales, que actualmente no tienen cura y son endémicas en África.
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