Un basurero activo en Lagos, al suroccidente de Nigeria, fue monitoreado para medir la eficiencia de atenuación natural en contaminantes por la determinación del suelo, las características biogeoquímicas de las aguas subterráneas y las propiedades de ingeniería adentro y afuera del vertedero de desechos. Según la escala de plasticidad de Casagrande, el suelo se podría clasificar como arcilloso o cienoso, con plasticidad de intermedia a alta; el espesor de la zona sin saturar fue de 10-20 m y la permeabilidad fue baja (1.96x10-5 to 41.8x10-5 m/s). Están presentes los microorganismos apropiados para la atenuación natural como las bacterias, virus y hongos. Nutrientes como el calcio, el cobre, magnesio, manganeso, potasio, sodio y zinc, al igual que donantes de electrones (carbón orgánico) y receptores de electrones (oxigeno, nitrato, sulfato e hierro) se encuentran presentes en diferentes cantidades para una efectiva atenuación natural. Los parámetros analizados en las muestras de agua están dentro de los estándares de la Agencia de Protección Ambiental, excepto Fe, Na, Cl, NO3, Alba, Ni, el total de las bacterias y el total de hongos. El fenol y el total viral no fueron detectados en los dos hoyos estudiados, pero estos mostraron valores de 10,000 MPN/100ml y 230 CFU/100ml en los lixiviados. La concentración de contaminantes en la tierra es muy alta e inversamente proporcional a la profundidad.
INTRODUCCIÓN
La producción de lixiviados como subproducto de la descomposición orgánica e inorgánica en los vertederos supone una grave amenaza si se libera al medio ambiente (Kimmel y Braids, 1974; Baedecker y Back, 1979; Arneth et al., 1989; Jankowski, 1997). Los vertederos y rellenos sanitarios de la zona estudiada no estaban bien diseñados ni construidos. Al cabo de unos años, un vertedero sufre cambios biológicos, químicos, geológicos e hidrogeológicos, lo que provoca la meteorización; en consecuencia, se convierte en una fuente de contaminación de las unidades acuíferas cercanas (Altindag y Yigit, 2005; Adeniyi et al., 2008; Arien-zo, 2005; Whang y Zhuo, 2005; Awofolu et al., 2005). Se han realizado muchos estudios sobre la contaminación por metales pesados derivada de la actividad urbana en suelos, plantas, aguas y sedimentos de arroyos (Zvinowanda et al., 2009; Kim et al., 1998; Abimbola y Odukoya, 2006; Odukoya y Abimbola, 2010).
Para que un vertedero se considere sostenible, no debe existir ningún riesgo residual de contaminación para el medio ambiente entre 30 y 50 años después de que haya cesado la eliminación. La contaminación de las aguas subterráneas por los lixiviados de los vertederos es especialmente difícil de limpiar y suele estar asociada a costes elevados y problemas técnicos insolubles. En otras partes del mundo se han registrado situaciones similares, relacionadas con el impacto antropológico asociado al rápido desarrollo de las regiones industriales y urbanas (Zhang et al., 1999; Thuy et al., 2000; Ansari et al., 2000; Kim et al., 1998; Wilcke et al., 1998 en Morton-Bermea et al., 2002).
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