Los agentes patógenos se han originado y propagado a lo largo de la historia, y a medida que el mundo se urbaniza, aumentan los viajes y cambian la temperatura y los hábitats, aumenta el riesgo de estas infecciones. No hay razón para creer que las naciones-estado o las organizaciones terroristas no seguirán buscando armas biológicas por su cuenta. Las barreras tecnológicas para obtener tales armas serán menores debido a los avances en las ciencias de la vida, y el grupo de personas con las habilidades necesarias para utilizar las amenazas crecerá.
Estados Unidos considera dentro de la definición de biodefensa la lucha tanto contra las amenazas biológicas deliberadas como contra las derivadas de epidemias naturales y no intencionadas. Con esta estrategia, el gobierno estadounidense puede emplear, integrar y coordinar completamente la actividad de biodefensa y garantizar la mejor utilización posible de todos los recursos de biodefensa disponibles.
Las enfermedades infecciosas no respetan fronteras
Un peligro de enfermedad en cualquier lugar es un riesgo de enfermedad en cualquier lugar, debido a la mayor probabilidad de que los gérmenes se desarrollen, reaparezcan y se propaguen en un mundo interconectado. Ya sea a través del movimiento de personas, animales, plantas o a través del medio ambiente, las enfermedades infecciosas traspasan las fronteras nacionales sin discriminación. Dado que Estados Unidos no puede combatir las amenazas biológicas a nivel nacional sin abordarlas a nivel mundial, el Gobierno estadounidense reducirá los sucesos biológicos tanto a nivel nacional como mundial mediante la colaboración con nuestros aliados en el extranjero. Además, trabajaremos para reforzar nuestra capacidad de detener la importación de enfermedades infecciosas procedentes del extranjero, especialmente las que afectan a las personas, los animales, las plantas y el medio ambiente, a través de las mercancías y los pasajeros entrantes.
La actual pandemia de COVID-19, los brotes de roya del tallo UG99 y de peste porcina africana, así como los brotes de ébola de 2014, 2018 y 2021, demuestran que el Gobierno de EE.UU. debe estar preparado para actuar con rapidez cuando se produzcan brotes. Es necesaria la participación a nivel local, nacional e internacional para una reacción rápida con el fin de movilizar el apoyo y llevar a cabo intervenciones relevantes para el contexto durante la duración de la respuesta. Además, Estados Unidos debe seguir ejerciendo un liderazgo mundial catalizador colaborando con organizaciones multilaterales, gobiernos extranjeros, socios de los sectores público y privado y comunidades locales para crear sistemas de seguridad sanitaria en todo el mundo.
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