El objetivo general de esta investigación fue determinar la relación entre el contrato psicológico y la disposición al cambio organizacional en los empleados de una empresa de la ciudad de Bogotá. Para ello se emplearon dos instrumentos de evaluación: el instrumento de medición de cambio organizacional (IMC) (García & Forero, 2010) y el inventario de contrato psicológico, (Rousseau, 2000 versión 2). La muestra estuvo compuesta por 100 empleados y su participación fue voluntaria. La descripción y análisis de los resultados se realizó mediante el software IBM SPSS Statistics 20. La evaluación de normalidad de las distribuciones de las subvariables de la investigación se realizó mediante el estadístico de prueba Kolmogorov–Smirnov y para determinar los niveles y significaciones entre las variables y las subvariables, se empleó el coeficiente de correlación de Spearman en consideración con la escala de medida de las mismas. Se evidenció correlación entre las variables de cambio y las de contrato psicológico. Se concluye que los empleados de dicha empresa manifiestan una disposición de favorabilidad y flexibilidad frente al cambio organizacional.
1. INTRODUCCIÓN
El término “contrato psicológico” surge en la psicología del trabajo y las organizaciones a finales de los años 50, bajo el discurso de la ciencia social para dar explicaciones a conductas y actitudes observadas en las organizaciones de la época. A investigadores como Argyris, Levinson y Shein (1960), se les atribuye la apropiación del concepto, a que generan la inquietud tácita de indagar si las necesidades de los trabajadores se direccionaban con las metas y necesidades de las organizaciones.
Gracia, Silla, Peiro y Fortes (2006) establecen que el contrato psicológico debe entenderse como un importante documento que consta de obligaciones y compromisos que adquieren tanto el empleado como el empleador, con aras a llevar un excelente ambiente laboral, el cual garantizará grandes beneficios para ambas partes, en otras palabras el trabajador y la organización se regirán a los derechos y deberes que plasmarán en el contrato psicológico, para así aumentar la probabilidad de la calidad laboral.
Por su parte, Nichols y Ojala (2009), señalan que el contrato psicológico es un convenio en el que se establecen las tareas y necesidades que involucran al contratado y a la organización para la que trabaja, por ende deben ser ejecutadas por ambas partes, lo cual les genera beneficios y ganancias. Sin embargo, se deben tener en cuenta factores como las tareas asignadas, el salario, y el tipi de contrato que se tenga (Vesga, 2011).
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