La administración de medicamentos siguiendo principios cronofarmacológicos es crucial para el tratamiento efectivo de enfermedades psiquiátricas como depresión, esquizofrenia, delirium, parkinson e insomnio. La evidencia científica respalda la importancia de educar a pacientes y personal médico sobre el uso adecuado de medicamentos en horarios específicos. La investigación revela la influencia de neurotransmisores y hormonas como serotonina, glucocorticoides, glutamato y melatonina en los ritmos biológicos, modificando genes de reloj y afectando los ciclos circadianos. La cronoterapia y cronofarmacología ofrecen opciones terapéuticas más efectivas, mejor tolerabilidad y respuestas farmacológicas mejoradas en enfermedades mentales agudas y crónicas. Este conocimiento puede mejorar la adherencia a la medicación en psiquiatría, al optimizar el manejo del paciente y reducir los efectos adversos, alentando futuras investigaciones sobre este tema en el país.
INTRODUCCIÓN
Históricamente la cronobiología médica empieza a tomar fuerza en 1971, inicialmente hizo parte de la endocrinología durante los años 70 y 80 [1]. Se habla de homeostasis desde 1928 cuando Walter Cannon lo definió como los mecanismos que tienden a la estabilidad en la composición bioquímica de los líquidos, células y tejidos, para mantener la vida [1]. Luego la cronofarmacología empieza a tomar fuerza como tratamiento prometedor para evitar los efectos secundarios de los medicamentos. Posteriormente la cronofarmacología es la rama de la farmacología que estudia los efectos de los fármacos en el organismo en función de estos ritmos biológicos [2], y su importancia en la terapéutica radica en la disminución o erradicación de síntomas y efectos adversos en los pacientes.
El estudio de los ritmos biológicos es conocido como cronobiología y toma importancia por los patrones del funcionamiento de procesos hormonales, fisiológicos y bioquímicos [3]. Para la regulación de estos se requiere de una sincronización interna, la cual está en constante cambio y modificación por las señales externas o Zeitgebers [4].
Para entender los ritmos biológicos, se deben tener en cuenta la frecuencia, amplitud y fase. La frecuencia es el número de ciclos por unidad de tiempo, la amplitud es la magnitud del cambio en cada ciclo y la fase es la relación entre lo endógeno y lo exógeno. La acrofase es el momento cuando se produce el pico máximo del ciclo, y el mesor es el valor medio de la función rítmica, es decir el punto medio entre valle y pico de la curva [4]. Los ritmos biológicos se clasifican y se pueden observar en la tabla 1.
También es importante destacar términos básicos de gran utilidad en este tema como lo son la cronofarmacocinética: donde se tiene en cuenta la variación en el tiempo de parámetros farmacocinéticos, esto cobra vital importancia sobre todo en sustancias de rango terapéutico estrecho, o sustancias con variabilidad individual cómo, por ejemplo, carbamazepina, litio y ácido valproico [5, 6].
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