Desde 2009, la Administración Obama ha puesto en marcha un programa de alto perfil de "pivote" o "reequilibrio estratégico" para Asia. El re-compromiso de los Estados Unidos con Asia Oriental parece haber desencadenado una nueva ronda de dinámica estratégica en la región. Muchos observadores señalan que la nueva iniciativa de Washington tiene por objeto limitar la creciente influencia regional de China, lo que muchos funcionarios y analistas chinos parecen creer también. En parte debido a la política de reequilibrio estratégico de los Estados Unidos, la respuesta estratégica de Beijing a los Estados Unidos ha pasado de la cooperación para la competencia en el decenio de 2000 a la asertividad no conflictiva en los últimos años.
A finales del decenio de 1990 y principios del decenio de 2000, a la luz de los desafíos que planteaba la preponderancia estratégica de los Estados Unidos en la región, China tenía básicamente tres opciones principales. En primer lugar, podía utilizar su poder y adoptar un enfoque de línea dura para enfrentarse a los Estados Unidos y sus aliados, y coaccionar a otros Estados de la región para que se mantuvieran neutrales o más cercanos a China. En segundo lugar, China podría intentar sabotear la preponderancia de los Estados Unidos presentando varias propuestas para influir en el entorno político y de seguridad de Asia oriental. En tercer lugar, podría trabajar dentro de la estructura política, económica y de seguridad existente en la región a fin de maximizar los intereses estratégicos y de seguridad de China a largo plazo.
La primera opción sería una estrategia muy difícil de aplicar. Los encargados de la adopción de decisiones de China, con una mentalidad sobria, comprendieron que no era más que un intento, dada la disparidad aún bastante notable de poder nacional entre China y los Estados Unidos. En cuanto a la segunda opción, Beijing propuso el "nuevo concepto de seguridad" a mediados del decenio de 1990 para redefinir el entorno de seguridad en Asia oriental, pero no tuvo éxito.
Para competir mejor con los Estados Unidos y otras grandes potencias, lo que hizo Beijing fue tomar la tercera opción: fomentar y fortalecer las relaciones de cooperación en el marco del sistema regional existente en orden. La esencia de esta estrategia es la "cooperación para la competencia". Es importante distinguir entre la estrategia de cooperación para la competencia con el enfoque de "cooperación y competencia" mencionado a menudo. La estrategia de Beijing consistía en promover la cooperación en casi todos los ámbitos de la política, ya que compite por una mejor posición estratégica a largo plazo. Incluso en cuestiones territoriales delicadas, como las controversias del Mar de China Meridional, China intentó reducir la competencia aceptando discretamente el statu quo e impulsando la cooperación.
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