El artículo presenta dos métodos para la determinación de ftalatos en materiales poliméricos. Los métodos comparados fueron la cromatografía de gases combinada con la espectrometría de masas (GC/MS) y la cromatografía de gases con detector de captura de electrones (GC/ECD). Se eligió la técnica GC/ECD para esta comparación porque el detector ECD era uno de los pocos capaces de detectar ftalatos. En ambos casos se aplicó el mismo procedimiento de preparación de muestras con extracción ultrasónica. Las recuperaciones globales fueron del 76-100 % con valores relativos de desviación estándar (R.S.D.) en el rango 0,6-19 %. Los valores del límite de detección (LOD) para el método GC/MS oscilaron entre 3,46 μg mL-1 y 10,10 μg mL-1, en función del ftalato determinado, mientras que en el caso del método GC/ECD estuvieron en el intervalo de 2,97 μg mL-1 a 4,29 μg mL-1. Los métodos se aplicaron para la determinación de: ftalato de dimetilo, ftalato de dietilo, ftalato de di-n-butilo, ftalato de bencil-butilo, ftalato de bis(2-etilhexilo), ftalato de diisononilo, ftalato de diisoocilo en material polimérico. Se analizaron diecisiete tipos de muestras. La mayoría de los materiales seleccionados para los análisis eran de polietileno (PE), cloruro de polivinilo (PVC) y poliestireno (PS).
INTRODUCCIÓN
Cada año se producen toneladas de ftalatos en diversos procesos de fabricación en todo el mundo. Los ésteres del ácido ftálico (PAEs) son aditivos en plásticos, principalmente en productos de policloruro de vinilo (PVC). Estos compuestos son excelentes plastificantes debido a su estabilidad, fluidez, baja volatilidad y alto peso molecular. Debido a su uso generalizado, se liberan cantidades relativamente grandes de estos compuestos al medio ambiente. Se ha comprobado que los ftalatos están asociados de forma no permanente con la matriz del polímero y pueden migrar fácilmente del plástico al entorno externo, pudiendo filtrarse en alimentos y bebidas desde el material de empaque, lo que resulta en efectos perjudiciales para el cuerpo humano y el medio ambiente. Los ftalatos han atraído gran atención pública debido a la sospecha de sus propiedades cancerígenas y estrogénicas[1]. Debido a la preocupación por la salud, la Comisión Europea comenzó a restringir los ftalatos en el año 2000[2] y el gobierno de EE.UU. aprobó la Ley de Mejora de la Seguridad de los Productos de Consumo (CPSIA) en agosto de 2008.
Algunos ftalatos están incluidos en las listas prioritarias de contaminantes en varios países. La Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA) ha establecido la concentración máxima admisible en el agua de 6 mg L–1 para el di(2-etilhexil) ftalato (DEPH)[3]. Las regulaciones en Europa especifican límites para seis ftalatos: di(2-etilhexil) ftalato, dibutil ftalato, bencilo butil ftalato, diisononil ftalato, diisodecil ftalato y di-n-octil ftalato en un nivel inferior al 0,1 % en todos los juguetes y artículos diseñados para que puedan ser llevados a la boca de un niño[4]. Como resultado de estas regulaciones, las industrias deben monitorear la presencia y cantidad de estos compuestos específicos.
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