Es bien sabido que el almacenamiento de energía eléctrica a gran escala es un proceso difícil. Dicho proceso está marcado por las pérdidas de energía, ya que la conversión de la energía eléctrica en otra forma, es más frecuente, por ejemplo, la mecánica, y luego de nuevo a la forma eléctrica primaria. Sin embargo, la tecnología de almacenamiento de energía magnética superconductora (SMES) ofrece el almacenamiento de energía de forma inalterada, lo que resulta ventajoso sobre todo por la eficiencia conseguida. Los dispositivos de imagen por resonancia magnética (IRM), utilizados habitualmente en las instalaciones médicas, se basan en la aplicación de imanes superconductores. Tras su retirada del servicio, existe la posibilidad de utilizar estos dispositivos para el almacenamiento de energía. Además, esta tecnología de almacenamiento también es ecológica.
INTRODUCCIÓN
El almacenamiento de energía es un proceso importante, en el que la cuestión clave en la selección del tipo de tecnología es la eficiencia global, el tiempo de respuesta, la inversión y los costes operativos. La tecnología SMES proporciona un acondicionamiento de la energía, así como la posibilidad de almacenarla sin necesidad de convertirla en otra forma.
Las tecnologías de almacenamiento de energía son un componente estratégico y necesario para la utilización eficiente de las fuentes de energía renovables y la conservación de la energía. Las tecnologías de almacenamiento de energía pueden clasificarse por tipo de tecnología de la siguiente manera:
- Eléctricas (condensadores, SMES),
- Mecánicas (volantes de inercia, aire comprimido),
- Electroquímicas (baterías),
- Química (pilas de combustible),
- Térmica (vapor).
La energía eléctrica puede almacenarse de varias formas: como carga eléctrica en condensadores, energía química en acumuladores y explosivos, energía nuclear en reactores, energía cinética en sistemas mecánicos y energía potencial en gases comprimidos. La energía se extrae de recursos naturales como el carbón, el petróleo, el gas natural, las centrales hidráulicas, la fusión de núcleos atómicos, etc. Dado que no es posible generalizar el método más perfecto de almacenamiento de energía, es preciso definir las regiones en las que resultan adecuadas determinadas formas de almacenamiento [1].
Una de las principales cuestiones que hay que tener en cuenta al evaluar las opciones de almacenamiento de energía es la cantidad de energía que se pierde en el proceso de almacenamiento. A continuación se presentan estimaciones de la eficiencia energética típica de las cuatro tecnologías de almacenamiento de energía:
- Baterías 75%,
- Aire comprimido 80%,
- Volante de inercia 80%,
- SMES 90%
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