En este artículo, los autores presentan un método de estimación de la calidad de los productos metalúrgicos. El método incluye tres aspectos: el cumplimiento por parte del producto de las propiedades designadas (sentido esencial de la calidad), el cumplimiento por parte del producto de los requisitos de protección del medio ambiente (calidad de liquidación, nivel de gestión de residuos, calidad energética), la onerosidad del proceso de producción para la salud de los trabajadores.
INTRODUCCIÓN
El concepto de calidad -que aparece por primera vez en el pensamiento de Platón, Cicerón o Aristóteles- se ha utilizado en numerosos ámbitos de la actividad humana, desde la calidad de los bienes materiales y los servicios, los procesos relacionados con la transformación, el intercambio, la gestión, hasta los relacionados con la vida humana en general [1]. En la literatura sobre el tema se proponen actualmente definiciones de calidad (Joseph M. Juran, W. Edwards Deming, Armand V. Feigenbaum, Philip B. Crosby, Robert L. Flood) que, a pesar de la gran variedad de formulaciones, tienen en común una idea subyacente: la calidad significa la satisfacción de los requisitos del cliente [2]. Así, la calidad se ha convertido en uno de los elementos fundamentales e imprescindibles para construir o mantener una ventaja competitiva en el mercado.
Al mejorar sus sistemas de gestión, las entidades empresariales compiten cada vez más a menudo por diversos premios a la calidad, esforzándose así por distinguir su identidad en el mercado. Las tendencias contemporáneas en materia de protección del medio ambiente y las exigencias de la Unión Europea hacen que las empresas presten más atención a las actividades en favor de la ecología.
Cada vez más empresas, deseosas de crear su imagen, se interesarán por utilizar no sólo normas de calidad, sino también sistemas de gestión medioambiental, o sistemas de gestión de la salud y la seguridad e higiene industrial [1]. La integración de estas áreas no es una idea nueva, pues ya Gemichi Taguchi creía que la calidad del producto es una pérdida transferida por el producto a la sociedad, a partir del momento del envío de ese producto. Supuso, por tanto, que cada producto entregado al usuario causa una pérdida, que es tanto menor cuanto mayor es la calidad de ese producto. Estas pérdidas se entienden comúnmente como la contaminación del medio natural y las enfermedades asociadas resultantes del progreso de la civilización, la salud y la seguridad en el trabajo, pero también la insatisfacción del consumidor o las pérdidas del fabricante causadas por la imagen desfavorable de la organización, que se traducen en una pérdida de mercados de venta a largo plazo [3].
Comprender las necesidades presentes y futuras del cliente, satisfacer los requisitos del cliente, la función de pérdida: todos estos términos permiten que los sistemas de calidad abarquen ámbitos que antes no se asociaban al concepto de calidad.
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