La migración es un fenómeno global importante que influye en la salud de las personas y las poblaciones; Actualmente, las estimaciones sugieren que hay más de mil millones de migrantes en todo el mundo. Las condiciones que rodean la migración moderna pueden exponer a los migrantes a mayores riesgos para la salud y resultados negativos para la salud: de hecho, un mayor movimiento de personas a través de las fronteras tiene una gran influencia en la incidencia de enfermedades transmisibles, relevantes para la salud pública, en los países desarrollados. Además, la migración enfatiza continuamente las respuestas de salud pública a la amenaza de enfermedades transmisibles a nivel internacional.
Por estas razones, durante la 61ª Asamblea Mundial de la Salud (mayo de 2008) se aprobó una resolución sobre la salud de los migrantes. Se invitó a los Estados Miembros a que promovieran políticas sanitarias que tuvieran en cuenta las necesidades de los migrantes y que fueran específicas: "reunir, documentar y compartir información y prácticas óptimas para atender a las necesidades de salud de los migrantes en los países de origen o de retorno, tránsito y destino". Además, en la resolución 61.17 de la Asamblea sobre la salud de los migrantes se exhorta a los Estados Miembros: "promover políticas de salud sensibles a los migrantes" y "promover el acceso equitativo a la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y la atención de los migrantes" [1]. Esta nueva forma de promoción de la salud se basa en la idea de que la biodefensa mundial es un objetivo alcanzable con políticas dirigidas a una atención continua centrada en los migrantes y las poblaciones vulnerables. Sin embargo, en realidad son pocos los acuerdos regionales o mundiales vinculantes de protección de la salud que funcionan para responder al verdadero alcance de la migración contemporánea. Además, cuando existen políticas de migración y salud, éstas funcionan principalmente de manera aislada a nivel regional o nacional y sólo abarcan instantáneas fragmentadas del movimiento de las personas. Actualmente, en muchos países desarrollados el sistema de vigilancia de las enfermedades transmisibles se basa principalmente en pruebas de detección a la entrada. Por ejemplo, en los Estados Unidos de América, la estrategia básica de control de las enfermedades transmisibles se basa en un examen médico para todos los refugiados y todos los solicitantes de un visado de inmigrante. De la misma manera, también los extranjeros en los Estados Unidos que solicitan el ajuste de su situación de inmigración a la de residente permanente deben someterse a un examen médico. A los extranjeros que solicitan una admisión temporal se les puede exigir que se sometan a un examen médico a discreción del oficial de inmigración, si hay motivos para sospechar que existe una condición de salud inadmisible. Este sistema de vigilancia parece ser muy eficaz para reducir el impacto de las enfermedades transmisibles importadas por los movimientos migratorios. Sin embargo, este recurso no es suficiente para controlar completamente el riesgo epidemiológico relacionado con las enfermedades transmisibles. De hecho, hay que tener en cuenta que a menudo los migrantes llegan en buen estado de salud y sólo después se enferman: es lo que se denomina el "efecto del migrante sano".
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