En un periodo de cambio climático y mayores restricciones a las emisiones, es importante centrarse en las naciones en desarrollo que se encaminan hacia una economía baja en carbono. El objetivo de este artículo es analizar la posible contribución medioambiental que puede aportar un cambio en la matriz energética del sector del arrabio y el acero. Para la medición de las emisiones de CO2 de cada uno de los principales combustibles utilizados en este sector, se ha utilizado el método Top-Down propuesto por el IPCC. Además, de acuerdo con los datos de consumo energético del sector, se realizó una medición de las emisiones de CO2 suponiendo un cambio de la matriz energética a efectos de comparar los niveles de emisión. Los resultados de este estudio indican que el combustible carbón de coque representa el 53,7% del total de dióxido de carbono emitido por este sector. Además, si fuera posible utilizar un único combustible en el sector del arrabio y el acero para abastecer su demanda energética, las emisiones de CO2 serían menores en el caso de las fuentes de combustibles gaseosos y líquidos, el alquitrán y otras fuentes secundarias de petróleo. Aunque el estudio indica que el carbón vegetal es el segundo mayor emisor de CO2 en este sector, puede contribuir a reducir el calentamiento global, siempre que esta energía proceda de bosques de reforestación para esta actividad industrial.
1. INTRODUCCIÓN
En una época de cambio climático y restricciones cada vez mayores de las emisiones, es importante orientar el desarrollo de las naciones hacia una economía con bajas emisiones de carbono. En 1992 se celebró en Río de Janeiro la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en la que se reconoció la relación entre medio ambiente y desarrollo y el imperativo del desarrollo sostenible.
Los resultados presentados en el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (INTERGOVERNMENTAL..., 2007) confirman que las causas del calentamiento global son atribuibles en gran medida a las actividades humanas, especialmente las relacionadas con las emisiones de CO2. Del mismo modo, se ha demostrado que la quema de combustibles fósiles es responsable de alrededor del 90% de las emisiones antropogénicas de dióxido de carbono producidas cada año.
Silva y Guerra (2009), sin embargo, explican que el uso de este combustible ha impulsado la economía mundial desde la Revolución Industrial, y la energía es uno de los componentes esenciales para el desarrollo social y económico de una nación, y su suministro es un requisito previo fundamental para las actividades humanas.
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