El objetivo de este artículo es presentar una propuesta de evaluación de los intangibles aplicada al capital humano (CH). El desarrollo de esta propuesta impulsó la creación de una medida cuantitativa, la escala de medición del desempeño de los intangibles (PMSI) basada en la Teoría de Respuesta al Ítem (TRI) definida como el desempeño de las organizaciones en intangibles. El conjunto de ítems elaborados aborda la formación, el desarrollo y la educación y la planificación/evaluación. Los datos recogidos de una muestra de 203 empresas asociadas a la Federación de Empresas de Santa Catarina (FIESC), Brasil, permiten establecer un PMSI de cuatro niveles interpretado para la HC, que aporta nuevos conocimientos tanto sobre los intangibles como sobre el desempeño de las empresas.
1. INTRODUCCIÓN
Los cambios económicos de las últimas décadas han generado una sociedad en la que el principal recurso es el conocimiento. El término capital intelectual (CI) se ha utilizado en la literatura para referirse a los intangibles. El primero en utilizar el término CI fue el economista Galbraith en 1969 (ANDRIESSEN, 2004b). Según Stewart, en 1958 ya se había utilizado este término para explicar la valoración de mercado de las acciones de pequeñas empresas dedicadas a actividades científicas. Para estas organizaciones, quizá el elemento más importante era su CI. En la prensa económica, el primer artículo sobre el CI fue publicado por Stewart en 1991. Desde entonces, numerosas publicaciones han abordado el tema, ya que el valor de las empresas de éxito en bolsa suele ser superior al valor de los activos presentados en los informes financieros (STEWART, 2002). Sveiby presentó sus métodos en 1989. En 1995, Skandia, una empresa sueca, presentó el primer informe público sobre CI. En 1997, la publicación de diferentes libros sobre CI ayudó a crear la gran comunidad de académicos y profesionales sobre el tema (EDVINSSON; MALONE, 1997; ROOS et al., 1997; STEWART, 1997; SVEIBY, 1997). A partir de entonces, se ha producido una explosión de actividad, como demuestran las revisiones de Petty y Guthrie (2000), Ayuso (2003), Kaufmann y Schneider (2004) y Roos, Pike y Fernström (2004).
Las organizaciones pioneras que han iniciado la práctica de medir el CI y publicar sus experiencias de éxito en este campo han conseguido una ventaja en el mercado y, por tanto, también una ventaja competitiva. Un ejemplo de ello son las empresas suecas Skandia y Celemi (BRENNAN, 2001; GUTHRIE; PETTY, 2000).
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