Los países en vías de desarrollo enfrentan el reto de la gestión y disposición de los biosólidos resultantes del tratamiento de aguas residuales. Uno de los más importantes temas está relacionado con el máximo nivel de patógenos permitidos y el efecto que puedan causar en el ambiente y en la salud humana cuando este material es utilizado para uso agrícola. Con el objetivo de conocer el riesgo generado por este tipo de prácticas, evaluamos el comportamiento de los indicadores de contaminación fecal en un cultivo de pasto usado como alimento para ganado lechero. El área de estudio se dividió en dos parcelas: una experimental en la cual se aplicaron lodos diluidos y otra control sin aplicación de biosólidos. Se recolectaron muestras de suelo, pasto, aguas superficiales y subterráneas y se analizó la presencia de coliformes fecales, Salmonella spp., fagos somáticos y huevos de helminto. Las concentraciones encontradas tanto en la parcela experimental como en la control, presentan disminución de los indicadores bacterianos evaluados en suelo y bajas concentraciones en el agua superficial, subterránea y en pasto; mientras que los indicadores virales y parasitarios tienden a disminuir más lentamente. Los resultados muestran como este tipo de gestión del biosólido permite aprovechar sus beneficios como enmienda orgánica, disminuyendo el riesgo sanitario generado por la presencia de patógenos.
INTRODUCCIÓN
El tratamiento de las aguas residuales domésticas produce lodos orgánicos como subproducto, que se exponen a un tratamiento aeróbico o anaeróbico con el fin de estabilizar la materia orgánica y reducir el contenido de patógenos. Este material se conoce como biosólidos y está compuesto por nutrientes, materia orgánica, metales, contaminantes orgánicos y microorganismos patógenos (EPA 2008).
El alto contenido en nutrientes de los biosólidos favorece su uso como enmienda orgánica para la mejora de suelos degradados, la cobertura vegetal en vertederos sanitarios y actividades agrícolas como el cultivo de césped (Moss et al. 2002).
La presencia en los biosólidos de materia orgánica con un alto contenido de nitrógeno y fósforo favorece su uso para fines agrícolas, ya que mejoran las propiedades físicas y químicas del suelo, como la estructura, la porosidad, la capacidad de intercambio catiónico y el pH. Aunque la aplicación de biosólidos a la tierra produce beneficios, también puede tener un impacto negativo en el suelo, las aguas superficiales, las aguas subterráneas, las cadenas alimentarias y el aire si se realiza de forma inadecuada. Los impactos negativos sobre el agua se derivan de una aplicación excesiva de los nutrientes presentes en los biosólidos, que pueden llegar a las aguas superficiales y subterráneas por escorrentía o lixiviación. Otra Otra desventaja de la aplicación en tierra es la posible oposición del público, que se produce principalmente cuando el lugar de aplicación está situado cerca de zonas residenciales y produce olores desagradables.
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