El virus de la fiebre aftosa tiene un alto potencial agroterrorista porque es contagioso, puede transmitirse fácilmente a través de objetos inanimados y puede propagarse por el viento. Un brote de fiebre aftosa en los países desarrollados da lugar al sacrificio masivo de animales (para el control de la enfermedad) y a perturbaciones en las cadenas de suministro de carne y en el comercio, con pérdidas económicas potencialmente grandes. Aunque los Estados Unidos están libres de fiebre aftosa desde 1929, el potencial de la fiebre aftosa como arma terrorista deliberada exige estimaciones de los daños físicos y económicos que podrían resultar de un brote. En este trabajo se estiman las repercusiones económicas de tres escenarios alternativos de posibles ataques de fiebre aftosa utilizando un modelo de equilibrio general computable (CGE) de la economía estadounidense. Los tres escenarios van desde un pequeño brote contenido con éxito en un estado hasta un gran ataque multiestatal que resulte en el sacrificio del 30 por ciento del ganado nacional. En general, el valor de las pérdidas totales de producción en nuestras simulaciones oscila entre 37.000 millones de dólares (0,15% de la producción económica de referencia de 2006) y 228.000 millones de dólares (0,92%). Los principales impactos provienen de la limitación de la oferta en el ganado debido al sacrificio masivo de animales. Como se esperaba, las pérdidas económicas se concentran en gran medida en los sectores de la agricultura y la fabricación de alimentos, con pérdidas que oscilan entre 23.000 y 61.000 millones de dólares en ambas industrias.
Introducción
El agroterrorismo es "la introducción deliberada de un agente patógeno, ya sea contra el ganado o en la cadena alimentaria, con el fin de socavar la estabilidad y/o generar temor" [1]. La agricultura es particularmente vulnerable porque un ataque de agroterrorismo puede ejecutarse con relativamente poca tecnología y a bajo costo [2]. Además, la protección de los posibles objetivos del agroterrorismo es costosa porque las actividades agrícolas están muy dispersas y tienen amplios vínculos con el resto de la economía. Por ello, un atentado de agroterrorismo puede perturbar la economía al contaminar el ganado, los cultivos u otros objetivos de la cadena de suministro de alimentos.
El agroterrorismo es un tipo de bioterrorismo pero no está clasificado como arma de destrucción masiva (ADM) porque no implica ataques directos a la población humana [1]. Sin embargo, los efectos económicos de un ataque bioterrorista en la agricultura no se limitarían a las explotaciones agrícolas y pueden ser consecuentes. Un ataque agroterrorista también puede entrañar importantes riesgos para la salud humana, según los patógenos utilizados y los objetivos alimentarios. Además, se prevé que la introducción deliberada de patógenos para el ganado o los cultivos y la contaminación de los alimentos cueste a la sociedad mucho más que un brote natural, ya que es probable que aumente el temor.
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