Antecedentes. El entendimiento común es que la colocación adecuada del pie (estrategia de pisada) es crucial para mantener la estabilidad durante la marcha a velocidad normal. El objetivo de este estudio fue investigar las estrategias que los humanos utilizan para hacer frente a las perturbaciones laterales durante la marcha muy lenta. Métodos. Diez individuos sanos se sometieron a un protocolo experimental en el que un conjunto de perturbaciones dirigidas hacia dentro (medialmente a una pierna de apoyo) y hacia fuera (lateralmente a una pierna de apoyo) de tres intensidades (F1=5%, F2=10%, y F3=15% del peso corporal), aplicadas en tres momentos de una fase de apoyo, fueron entregadas en orden aleatorio a la pelvis utilizando un robot de evaluación del equilibrio mientras se caminaba en una cinta rodante a tres velocidades de marcha (S1=0,4, S2=0,6, y S3=0,8 m/s). Se analizaron los desplazamientos máximos del centro de masa, la longitud, la anchura y el tiempo de los pasos, así como el componente lateral de la fuerza de reacción del suelo para las perturbaciones que se produjeron al principio del ciclo de la marcha. Resultados. Las respuestas tras las perturbaciones hacia el interior fueron similares en todas las velocidades probadas y emplearon sistemáticamente una estrategia de pisada que se vio facilitada por una postura acortada. Los pasos más anchos y cortos se aplicaron con el aumento de la intensidad de la perturbación. Las respuestas tras las perturbaciones hacia el exterior fueron más complejas. En S1, la estrategia de la cadera (aumento de la fuerza de reacción del suelo mediolateral en forma de impulso) aumentada con la estrategia del tobillo (desplazamiento mediolateral del centro de presión) contribuyó principalmente a las respuestas ya durante la fase de apoyo. La duración del apoyo fue significativamente mayor para todas las intensidades de perturbación. En S2, la parte relativa de la estrategia de la cadera se redujo mientras que con el aumento de la intensidad de la perturbación, la estrategia del paso se añadió gradualmente. La duración del apoyo fue significativamente mayor en F1 y F2. En S3, se utilizó principalmente la estrategia de pisada, mientras que la duración de la postura fue similar a la de la marcha sin perturbaciones. Las respuestas tras las perturbaciones hacia dentro y hacia fuera a todas las velocidades se caracterizaron por una ralentización temporal del movimiento en un plano sagital que fue más pronunciada con el aumento de la intensidad de la perturbación. Conclusiones. Este estudio proporciona nuevos conocimientos sobre las estrategias de equilibrio utilizadas a velocidades de marcha más lentas que pueden ser más relevantes para comprender los retos de la estabilidad de la marcha tras las perturbaciones en el plano frontal en poblaciones clínicas.
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