El cáncer de cuello uterino (CCU) constituye un problema generalizado de salud que ocupa el segundo lugar a nivel mundial entre las neoplasias malignas de la mujer. Las infecciones persistentes con virus del papiloma humano (VPH) de alto riesgo son reconocidas actualmente como un factor necesario en el desarrollo de CCU y sus lesiones precursoras. Uno de los procesos que parece estar más involucrado en el origen de las células malignas, es el evento de integración del virus al genoma del huésped, relacionado también con la progresión de lesiones preinvasivas y el mantenimiento del fenotipo transformado. Estos eventos de integración, especialmente de VPH tipo 16 se dan en secuencias específicas del genoma viral, principalmente en su región E1/E2, interrumpiendo la secuencia y permitiendo que exista desregulación de las actividades de transcripción, conduciendo a la sobreexpresión de las oncoproteínas virales E6 y E7 que normalmente inactivan genes supresores de tumores, como p53 y pRb, responsables del control en importantes puntos de chequeo del ciclo celular. Actualmente el proceso de integración viral, es considerado como una alteración genética importante que caracteriza las displasias malignas, con potenciales aplicaciones como marcador de progresión de lesiones precursoras y herramienta de diagnóstico.
INTRODUCCIÓN
El cáncer de cuello uterino (CCU) es el segundo cáncer más frecuente a nivel mundial después del cáncer de seno, constituyéndose en uno de los principales problemas de salud pública en la población femenina (1). En muchos países en desarrollo, especialmente en África y América Latina, ocupa el primer lugar en incidencia; sin embargo, es una enfermedad que a pesar de sus altas tasas de incidencia y mortalidad, puede ser prevenida cuando es detectada en sus etapas iniciales (2). En Colombia, el CCU es la principal causa de mortalidad por cáncer en edad reproductiva debido a que la enfermedad es detectada en estadios avanzados en un número importante de mujeres y a la resistencia a la radioterapia (3). Según datos de la Agencia Internacional de Investigación en Cáncer (IARC), para el año 2002 la patología presentó una incidencia anual de 36,4 nuevos casos por cada 100.000 mujeres y una tasa de mortalidad de 18,2/100.000, valores superiores al promedio de los países latinoamericanos.
El CCU, al igual que muchos otros cánceres, se desarrolla como resultado de múltiples alteraciones genéticas, epigenéticas e inmunológicas; adicionalmente otros factores como la interacción entre medio ambiente y célula pueden facilitar la promoción de los procesos de transformación neoplásica. Una de dichas interacciones la constituye la infección con el virus del papiloma humano (VPH) considerado, según la historia natural de la ontogénesis de cuello uterino, como el principal factor etiológico de este tipo de cáncer.
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