Existe una diferencia entre el espectador que selecciona la película que verá, y el telespectador, quien comúnmente tiene la experiencia de encontrarse con las imágenes, al azar, de las que no conoce su origen ni su contexto. El telespectador está un poco perdido en lo que ve, no se sabe muy bien cómo interpretar. ¿Cómo vemos? Esta cuestión es una buena vía de acceso para entender lo que regula y lo que tentativamente se puede llamar como comunicación televisiva, es decir el paso de las imágenes de un transmisor a un receptor. Una primera respuesta es obvia: vemos las categorías.
INTRODUCCIÓN
A diferencia del espectador, que elige la película que va a ver, el telespectador tiene la experiencia común de tropezar con imágenes, puestas al azar, de las que no conoce ni el origen ni el contexto. Todo el mundo ha experimentado esa sensación de estar un poco perdido ante lo que ve, de no saber muy bien cómo interpretarlo, cuando enciende la televisión a altas horas de la noche, y más aún si, tras un largo viaje, se encuentra en la habitación de un hotel de un país que no conoce y cuya lengua no entiende. Con el desarrollo de la radiodifusión por satélite, ya no es necesario ir al fin del mundo para encontrarse con una situación semejante: la pérdida de puntos de referencia ante la multiplicidad de horarios y programas es cotidiana.
Para hacernos una idea de lo que pasa por la mente del espectador, tenemos que recordar algunos momentos en los que nos encontramos perdidos:
¿Cómo vemos? Esta pregunta es un buen punto de partida para comprender lo que regula lo que de momento llamaré comunicación televisiva, es decir, el paso de imágenes de un emisor a un receptor.
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