El uso masivo de plaguicidas sintéticos en la agricultura moderna ha desencadenado una serie de problemáticas ambientales que comenzaron a visualizarse en la década del sesenta del siglo pasado y se agudizaron con el tiempo. Las intoxicaciones de los trabajadores agrícolas, la presencia de residuos de plaguicidas en los alimentos y su persistencia en el ambiente, la ruptura de los mecanismos de control biológico natural y el desarrollo de resistencia en las poblaciones de plagas, son algunos de los efectos de los pesticidas que atentan contra la salud humana y el ambiente. En las últimas décadas, diferentes reglamentaciones ambientales han prohibido o limitado el uso de muchos de estos productos, incentivando la búsqueda de nuevos compuestos selectivos y compatibles con el ambiente y de baja toxicidad hacia el hombre. En este marco se presentan los postulados de la química verde, una forma de hacer química basada en la sostenibilidad, tendiente a desarrollar métodos y procesos que eviten la generación de residuos en lugar de hacer un tratamiento posterior de los mismos. En el presente trabajo se abordan y discuten los doce principios ejemplificados dentro del ámbito del control de plagas.
1. INTRODUCCIÓN
Los daños ocasionados por plagas agrícolas y las prácticas tendientes a prevenir su aparición o mitigar sus efectos, son casi tan antiguos como la propia agricultura. Sin duda, las plagas aparecen como un problema de difícil solución. La preocupación es aún mayor si se consideran las diversas situaciones de hambruna con las que se han relacionado a lo largo de la historia de la humanidad, a lo que se sumanlas pérdidas que generan en los cultivos y productos almacenados: actualmente se estima que un 40 % del suministro mundial de alimentos se pierde debido alas plagas [1].
Una plaga, desde el punto de vista de la agricultura, se define como cualquier organismo que genere una disminución en la calidad o el rendimiento deun cultivo o cosecha en una cantidad tal que sea económicamente inaceptable para el productor [2].
Ya sea para eliminarlas o reducir su número, en la antigüedad se recurrió a diversos compuestos inorgánicos como el arsénico y compuestos sulfurados (estos últimos aún vigentes), o también se aplicaron y todavía se aplican derivados de plantas, tales como el piretro y la nicotina, sin que se obtuvieran resultados completamente satisfactorios. El cuadro de situación histórica cambió radicalmente en la década del cuarenta del siglo pasado con el surgimiento del DDT (p-diclorodifeniltricloroetano) y otros compuestos organoclorados. Comenzaba así la era de los plaguicidas de síntesis y el futuro se revelaba prometedor: atrás quedaban los tiempos de pérdidas de cultivos y cosechas, el hombre parecía haberle ganado definitivamente la pelea a las plagas.
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