El presente artículo propone algunas referencias teóricas y sugerencias de orden metodológico sobre el poder de las imágenes en clase de lenguas, o más precisamente, sobre las representaciones del extranjero y de la propia cultura. Para ello, se parte de un breve examen del concepto de representaciones sociales, y luego se aborda la aplicabilidad de este en el ámbito de la didáctica de lenguas gracias a un enfoque que preconiza una observación reflexiva sobre la propia cultura y, a su vez, sobre las culturas extranjeras: la descripción diversificada. P) Este enfoque metodológico pretende llamar la atención sobre los riesgos de una visión unívoca y reductora a propósito de este tema, y dar un papel activo y crítico tanto al estudiante como al profesor en la construcción de las auto-imágenes y las imágenes del extranjero. Sin embargo, no se trata de ofrecer fórmulas preestablecidas, sino de presentar un abanico de herramientas conceptuales y prácticas, que bien se puede ampliar y adaptar permanentemente, para emprender un proceso reflexivo que permita hacer emerger las (auto) representaciones, identificar sus fuentes y examinarlas con una mirada relativizadora.
Historia
El concepto tiene su origen en E. Durkheim cuando introdujo la diferenciación entre representaciones individuales, estados mentales propios del individuo, y representaciones colectivas, estados mentales colectivos (Véronique 24). Para él, la sociedad es un sistema de relaciones que produce creencias, normas y rituales compartidos por un grupo social y que mantiene unidas a las personas. A partir de las tesis de Durkheim, numerosos investigadores han abordado el tema. De sus aportaciones se desprende una idea fundamental: las representaciones sociales son construcciones colectivas que resultan de la interacción social, de encuentros intersubjetivos, de la unión de diferentes objetivos y acciones individuales que se entrecruzan, dando lugar en última instancia a un acto colectivo (Véronique 28). Debemos inspirarnos especialmente en las teorías de Serge Moscovici, fundador de la teoría francesa de las representaciones. El carácter impreciso de este concepto ha suscitado algunas críticas en los medios académicos. Frente a estas críticas, Moscovici defendió la idea de que la noción de representaciones sociales no podía definirse de forma rígida y estable (Billiez, Millet 55). Así, basándose en esta maleabilidad de la noción de representaciones sociales, Moscovici defendió la tesis del carácter racional de todo tipo de representaciones. En este caso, afirmó que las creencias populares son tan válidas y racionales como las creencias científicas, aunque sean esencialmente opuestas. De este principio se desprende la idea de que lo que parece racional y normal a los ojos de una cultura no lo es necesariamente a los ojos de otra (Banch 213). Estas tesis, procedentes en su mayoría de la psicología social, otorgan un peso muy significativo a la subjetividad y relatividad de los valores colectivos.
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