Este trabajo presenta los resultados de la evaluación de las percepciones de los impactos medioambientales del evento 2012 Capital Europea de Cultura (ECOC) en la comunidad de Guimarães, Patrimonio de la Humanidad. Los datos se obtuvieron a través de una encuesta autoadministrada de un total de 510 residentes en el municipio de Guimarães, a finales de 2011. Los resultados primarios indican que los residentes reconocieron que el acontecimiento aportó beneficios a la ciudad, pero también impactos negativos. Los impactos percibidos por los residentes fueron clasificados como socioculturales, económicos y medioambientales. De todos ellos, los impactos medioambientales negativos fueron los que más repercutieron en el municipio.
INTRODUCCIÓN
Los conceptos de desarrollo y sostenibilidad son muy complejos de definir, ya que son polisémicos y holísticos. La industria del turismo puede desempeñar un papel importante en la reducción de la pobreza y el logro de mayores niveles de desarrollo (Organización Mundial del Turismo, 2010; Vareiro, Remoaldo & Cadima Ribeiro, 2013). Por lo tanto, el turismo debe considerarse una actividad económica que está directamente relacionada con la calidad de vida de las personas. El turismo también afecta a la vida de las comunidades anfitrionas (Kim, Uysal & Sirgy, 2012).
El turismo implica a muchas partes interesadas y actores políticos más allá de los receptores y proveedores de servicios turísticos. El turismo tiene la capacidad de movilizar todo el espacio humano y geográfico. Sin embargo, esta actividad debe planificarse de forma sostenible (Hottola, 2009).
En 1987, el Informe Brundtland (Nuestro Futuro Común) discutió que la sostenibilidad debería ser una cuestión de preocupación en las estrategias de desarrollo aplicadas en todo el mundo, incluidas las basadas en la industria del turismo.
En consecuencia, desde la década de 1990, la Organización Mundial del Turismo ha incluido el concepto de desarrollo sostenible en su enfoque de las actividades comunes, teniendo en cuenta "que [se] tiene plenamente en cuenta su impacto económico, social y ambiental actual y futuro, atendiendo a las necesidades de los visitantes, la industria, el medio ambiente y las comunidades anfitrionas (OMT, 2013).
Una Capital Europea de la Cultura es un importante mega-evento anual que puede ayudar a la ciudad anfitriona a ser más sostenible. También promueve la imagen de la ciudad anfitriona. Por ello, acoger este acontecimiento puede contribuir a atraer nuevos visitantes y ayudar a mejorar la estrategia de desarrollo turístico de la ciudad.
Si se enfoca correctamente, la celebración de este tipo de eventos es también una buena manera de desafiar y comprometer a los ciudadanos locales generando sentimientos de ciudadanía común (Remoaldo, Mota & Cadima Ribeiro, 2013).
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