Los humanos son muy diferentes cuando se trata de dolor. Algunos se hacen piercings y tatuajes dolorosos; otros no pueden soportar ni siquiera una vacuna contra la gripe. La variabilidad interindividual es una de las principales características del dolor humano en todos los niveles, incluido el procesamiento de los impulsos nociceptivos en la periferia, la modificación de la señal de dolor en el sistema nervioso central, la percepción del dolor y la respuesta a las estrategias analgésicas. Al igual que en muchos otros comportamientos complejos, las fuentes de esta variabilidad provienen tanto del entorno (nurture) como de la genética (nature). Aquí discutiré cómo estos factores contribuyen al dolor humano por separado y a través de la interacción, y cómo los mecanismos epigenéticos añaden complejidad a sus efectos.
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