La obesidad es un problema de salud global con una prevalencia creciente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) caracteriza la obesidad como una pandemia con una mayor prevalencia en mujeres que en hombres. Por lo tanto, los anestesiólogos se enfrentan cada vez más al cuidado de parturientas obesas.
LÂ Â Â Â a obesidad en la mujer embarazada se considera un estado de alto riesgo porque está asociada con muchas complicaciones. Comparadas con las pacientes de peso normal, las mujeres obesas presentan más infertilidad, más abortos espontáneos tempranos y más anomalías congénitas. Además de la coexistencia de diabetes mellitus preexistente e hipertensión crónica, las mujeres obesas tienen una mayor probabilidad de presentar hipertensión inducida por el embarazo, preeclampsia, diabetes gestacional, tromboembolismo, macrosomía y muerte intrauterina espontánea tardía. Las mujeres obesas también requieren más partos instrumentales y cesáreas, con una mayor incidencia de infecciones postoperatorias en las heridas. Los hijos nacidos de madres obesas tienen una mayor incidencia de macrosomía y distocia de hombros asociada, y además de ser grandes al nacer, estos niños también son más susceptibles a la obesidad en la adolescencia y la adultez. Ray et al. mostraron que las mujeres obesas requerían más intervención médica y presentaban más complicaciones que las pacientes delgadas. Chu et al. publicaron un gran estudio con más de 13,000 pacientes embarazadas que mostró que las parturientas obesas usaban más recursos de salud. A pesar de la clara evidencia de que el embarazo obeso es más costoso y está asociado con más riesgos que el embarazo de peso normal, los proveedores de atención obstétrica no comunican esta información a sus pacientes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Institutos Nacionales de Salud (NIH) definen colaborativamente el peso normal como un índice de masa corporal (IMC) de 18.5 a 24.9 kg/m², el sobrepeso como un IMC de 25 a 29.9 y la obesidad a partir de un IMC de >30 kg/m², que se divide además en tres clases.
La obesidad también es un factor de riesgo para la mortalidad materna relacionada con la anestesia. La Enquiry Confidencial sobre Salud Maternal y Infantil (CEMACH) informó que en el período 2000–2002, el 30% de todas las madres que murieron eran obesas; para 2003–2005, más de la mitad estaban sobrepeso u obesas y más del 15% eran obesas mórbidas o supermórbidas (>50 kg/m²). En el último informe, hubo seis muertes maternas directamente relacionadas con la anestesia, cuatro de ellas eran obesas, dos mórbidas.
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