Ser prisionero de una guerra es una experiencia horrible. En un campo de prisioneros de guerra, uno suele estar solo en medio de la multitud. Sólo la cohesión del grupo y la continua disciplina pueden suavizar este horrible sentimiento así como los intentos de mejorar las condiciones de vida o los preparativos decididos y resueltos para una eventual fuga. Este ideal de escape es una inmensa fuente de motivación para la supervivencia y la perseverancia. Los prisioneros turcos en los campos de prisioneros de Corea constituyen un ejemplo fantástico de buena moral y solidaridad entre camaradas, a este respecto; como reconocen muchos sociólogos militares.
Introducción
Estar esclavizado significa librar una guerra de nervios, sobre todo. La mayor arma espiritual de un prisionero de guerra (Gefangene) es su paciencia junto con su alta moral y su esperanza siempre floreciente, en la línea de una probable fuga. Debería comprometerse con la inquebrantable creencia de que algún día, la liberación está destinada a ser una realidad.
El famoso marinero otomano Dragut fue arrestado en la isla de Córcega mientras se tomaba un respiro con su pequeña marina. Fue esclavizado. Trabajó como galerista en barcos enemigos durante tres largos años. En 1543 (almirante otomano en jefe) Hayreddin Barbarossa sitió Génova y salvó a su buen amigo (Figuras 13).
El famoso marinero otomano menciona en sus memorias su encuentro con el caballero llamado la Valette, que había sido esclavo en los barcos de guerra otomanos durante un tiempo, hasta que su rescate fue pagado por sus socios. Dragut piensa: "Él, de hecho, era un hombre instruido. Junto a su lengua materna, el francés, hablaba griego, español e italiano; y ahora deduzco que había capturado el turco y el árabe durante la esclavitud". Se dirige al caballero desde su asiento:
- Bueno, parece que la esclavitud se sumó a su inmenso tesoro de idiomas. ¡Ahora, podríamos hacer una réplica de juramentos e insultos en los idiomas de los grandes poetas islámicos!
El Caballero responde:
- ¡En cualquier idioma que desee! ¡Estaría encantado, maestro!
Mirando sus cadenas pero en su situación actual, puede que no caiga muy bien.
Dragut:
- ¿Qué puedo decir? ¡Una broma del destino!
(Extrait du journal de Dragut Raïs, aux archives navales de sérail de Topkapi) [1].
La moral alta llega sobre todo en los días de cautiverio. Un capitán americano [2] que regresa de Vietnam después de años de prisión relata en sus memorias que al llegar a Florida, en la ceremonia de la iglesia organizada en su honor, destacó su fuerte fe. Dijo que sobrevivió gracias a su credo; nunca olvidó a sus conocidos y compatriotas; afortunadamente, tenía algunos amigos de confianza; nunca perdió la fe en sí mismo, en su deber y en su país y, por supuesto, en Dios Todopoderoso.
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