Es un deber y un derecho de la comunidad y, en particular, de los profesionales, contribuir en el diseño de estrategias de equidad para el desarrollo y crecimiento de los territorios, mediante el proceso de planeación participativa, pues es allí donde se expresan las necesidades reales por las cuales se está atravesando. En este artículo se revisan los medios de participación ciudadana, se describen las relaciones de poder que se presentan en esta y se aborda la manera cómo ella promueve el desarrollo local y endógeno de los territorios, con el fin de estimular su crecimiento.
Introducción
La participación se da en escenarios domésticos, comunitarios, económicos, y políticos; cada uno, desde su perspectiva, le aporta al desarrollo local, que debe ser integral; al considerar equitativamente todas las dimensiones, como son: territorio, infraestructura, economía, sociedad, política y cultura (1). Así, la participación es una estrategia para lograr el desarrollo de los territorios, pues el acto de participar es mucho más que formar parte de una estructura de una cultura, es un derecho de todo ciudadano, pues lo hace partícipe en la búsqueda de soluciones a todas y cada una de las problemáticas que impiden el crecimiento de su entorno. La participación ciudadana propugna un cambio de actitudes cotidianas y, por tanto, de mentalidad; además, brinda la oportunidad de comprender lo global mediante la implicación local, y mediante la obtención precisa de las realidades se obtiene el desarrollo endógeno. En la participación, los sujetos se preparan para el cambio de actitud ante la realidad en que viven, asumiendo conductas de disciplina, responsabilidad y compromiso en la construcción de los planes de desarrollo, a los procesos de participación, por diversas razones, entre ellas la indiferencia de la ciudadanía y los factores de tiempo, que cercenan la oportunidad de exponer las necesidades de su entorno, y de plantear soluciones viables de acuerdo con las condiciones del territorio. En esas condiciones, se delega la responsabilidad a los gestores públicos, acrecentándoles la falsa idea de que ellos tienen la última palabra, y otorgándoles la autonomía para que manipulen la información y aporten soluciones de acuerdo con sus intereses personales (2).
La participación se ha trabajado como un aporte para viabilizar el desarrollo desde una construcción social, a pesar de que en la población no siempre se satisfacen las expectativas; sin embargo, en este proceso participativo surgen una serie de tipologías de participación que impacta de diferente forma el desarrollo, dentro de ellas se tienen: la destructora, la perturbadora, la funcional, la neutral y la sinérgica. Dichas tipologías de participación son útiles para orientar y contribuir a procesos de desarrollo (3).
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