La ingeniería de tejidos se basa en un conjunto de técnicas de reconstrucción de nuevos órganos y tejidos. Basada en conocimientos de ciencia e ingeniería de materiales, biología y medicina, la técnica consiste en la expansión in vitro de células viables obtenidas del paciente sobre andamios poliméricos. El andamio se degrada mientras se forma un nuevo órgano o tejido. Los poli(α-hidroxiácidos) son los principales polímeros biodegradables y biorreabsorbibles utilizados en ingeniería tisular. En el desarrollo y la selección de andamiajes biorreabsorbibles, el tiempo de degradación es fundamental para el éxito de la biocompatibilidad y la biofuncionalidad. Por ello, los estudios sobre degradación suelen abordar variables como la composición química, la cristalinidad, la morfología del andamio y el procesamiento de estos materiales. En este artículo se revisan los trabajos recientes sobre polímeros biorreabsorbibles utilizados como andamiajes en la ingeniería de tejidos.
INTRODUCCIÓN
Cuando la estructura biológica de un órgano o tejido no puede repararse, la alternativa viable para restablecer las funciones normales del paciente es sustituirlo por un implante fabricado con un biomaterial [1]. Según el tiempo que permanezcan en el cuerpo humano, los implantes pueden clasificarse en dos grandes grupos: permanentes o temporales. Los implantes permanentes casi siempre generan una respuesta benigna a un cuerpo extraño, pero pueden dar lugar a complicaciones clínicas más graves, como la contracción tisular.
Entre los materiales utilizados como implantes, los polímeros tienen un gran potencial de uso, ya que suelen ser fáciles de producir y manipular y tienen características similares a las de los materiales biológicos [2]. Desde la década de 1960, los implantes temporales fabricados con polímeros biorreabsorbibles han adquirido una importancia creciente en el ámbito médico, utilizándose en una amplia gama de aplicaciones en el cuerpo humano, tales como suturas quirúrgicas [3], sistemas de liberación controlada de fármacos [4], endoprótesis [5] y dispositivos ortopédicos [6]. En la actualidad forman parte de la vida cotidiana de los centros quirúrgicos de todo el mundo.
Aunque existen muchos dispositivos protésicos artificiales, pocos pueden sustituir por completo funciones biológicas complejas. En las situaciones clínicas más graves, sólo el trasplante de órganos puede restablecer las actividades orgánicas. Por lo tanto, de forma idealizada, la mejor alternativa sería obtener un nuevo órgano o tejido sustituyendo al que no cumple sus funciones normales. Hoy en día, la idea de reconstruir órganos y tejidos creados en el laboratorio está muy extendida y se investiga en todo el mundo [7,8].
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