La estructuración de una política energética en la Unión europea avanza lentamente debido a diferentes factores. Las diferencias políticas entre las naciones y la falta de confianza en acciones conjuntas es el mayor problema que se presenta. Los desafíos son grandes y muestran un panorama interesante para el desarrollo de la energía. La interconexión de redes en la región es uno de los retos más importantes a cumplir.
Uno de los puntos históricos de gran importancia para el desarrollo de interconexiones energéticas en Europa fue la caída de la Unión Soviética, permitiendo en 1991 el establecimiento de relaciones ente Europa y Rusia con la Carta Europea de Energía. De esta manera, se aseguró el abastecimiento energético desde Rusia, así como los canales de distribución y optimización en el uso de la energía.
En 2006 aparece el Libro Verde, como producto de la preocupación generada por el impacto negativo ambiental de las industrias europeas.
Comprende tres lineamientos fundamentales: el primero es el uso de biocombustibles de origen natural en los sistemas de transporte reduciendo emisiones y conservando a futuro los combustibles tradicionales; el segundo hace referencia a la apertura económica de la región, compartiendo tecnologías entre naciones y buscando interconexiones que permitan un acceso más eficiente; el tercero busca diversificar el uso de otras fuentes alternativas para asegurar la distribución de la energía, y de esta forma evitar una eventual crisis. El Libro Verde fue elaborado sobre una base energética primordialmente, aunque en años posteriores fue modificado con la inclusión de componentes fuertemente ambientales, con metas en reducción de gases de efecto invernadero (20 % para el año 2020). No obstante, estos acuerdos siempre sufren de dificultades en el ámbito geopolítico por el conflicto de intereses que se generan con los recursos de las naciones. Además, los puntos tratados son bastante extensos y se requiere de una revisión más detallada para tener una perspectiva de la dinámica de cambios que ha sufrido el debate de energía en Europa.
Europa es un continente que depende energéticamente de los demás; por ello, sus relaciones con el resto del mundo son muy importantes para su desarrollo político y estratégico. De hecho, con la crisis energética global es inevitable que algunos países serán casi en su totalidad dependientes en energía; por eso, el camino para la seguridad energética del continente aun está por recorrer y requiere de mucho más pluralismo por parte de los países que lo conforma.
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