Las prácticas de gestión de la cadena de suministro (SCM) se han consolidado como importantes herramientas para aumentar la productividad y, en consecuencia, la competitividad empresarial. Este estudio muestra que aspectos peculiares de la cultura y la infraestructura de Brasil se convierten en barreras para la colaboración y la integración, lo que ayuda a justificar la dificultad del país para insertar a sus empresas en las cadenas globales de suministro. A partir del análisis de contenido de entrevistas con destacados ejecutivos de SCM en el país, este trabajo formula un modelo de SCM contextualizado a la realidad brasileña que abarca tres rasgos culturales y tres rasgos infraestructurales. Catorce proposiciones ofrecen un análisis detallado de los mecanismos de retroalimentación entre dichos rasgos que perpetúan la brecha entre la teoría de la GCS y la práctica brasileña, obstaculizando el avance de la GCS en Brasil. El modelo ofrece una guía para las empresas que pretenden desatascar los cuellos de botella para permitir la participación del país en la compleja "danza" de la SCM global.
1. INTRODUCCIÓN
El paradigma de la gestión de la cadena de suministro (SCM) surge a finales de los años ochenta y cobra fuerza en las décadas siguientes con la comprensión de que las empresas compiten no como entidades aisladas, sino como redes de suministro con proveedores y clientes (Mentzer et al., 2001), como organizaciones globales integradas de forma no lineal en ciclos adaptativos sucesivos (Wieland, 2021). La integración efectiva dentro de esta red es capaz de mejorar significativamente la eficiencia operativa (Frohlich y Westbrook, 2001), convirtiéndose en un importante facilitador para la digitalización de la cadena de suministro (Martins et al., 2020). Entender las barreras que pueden existir para las prácticas de SCM se torna oportuno y fundamental para países como Brasil en un momento en que se discute la baja productividad, en que el crecimiento está siendo frenado y en que hay dificultad de insertarse en el comercio global y dejar de ser apenas un agente de apoyo y proveedor de insumos básicos.
A pesar de los estudios que demuestran que las empresas brasileñas comenzaron a utilizar el término "logística integrada" a principios de la década de 1990 (Lavalle, 1995), todavía tenemos un largo camino por recorrer hasta alcanzar la madurez del modelo propuesto por Bowersox et al. (1992) que propuso que un sistema de logística integrada para proporcionar una ventaja competitiva debe tener tres dimensiones: formalización de las funciones logísticas, autoridad y planificación para obtener una orquestación del proceso; monitoreo del desempeño que permita la sistematización del control y la mejora continua; y adopción de tecnología de la información para garantizar mayor precisión y agilidad en el proceso de decisión (Tiwari, 2020).
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