Resumen

Hace quince años publiqué en The Lancet pidiendo una reducción de la amenaza de las armas biológicas mediante la reducción de las desigualdades mundiales . Eso fue antes de los ataques terroristas contra los Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, antes de la invasión de Irak en 2003, y antes del surgimiento del estado islámico y otras organizaciones como Boko Haram. También fue antes de que el cambio climático surgiera como un "multiplicador de amenazas" definitivo de conflicto, hambruna, migración masiva y por extensión de guerra biológica.

En 2000, la desigualdad mundial ya superaba con creces la de cualquier país [4]. Piketty [5] y el Premio Nobel Stiglitz [6] han reunido pruebas abrumadoras que muestran que la desigualdad, tanto a nivel mundial como dentro de muchas naciones, ha aumentado desde entonces. Esto a pesar de la crisis financiera mundial, que confirmó (al menos a los niños ingenuos) que la profesión económica, como el emblemático Emperador de Hans Christian Anderson, está desnuda, y que podría haber llevado a un replanteamiento económico fundamental, pero no lo hizo.

La desigualdad mundial no se está acercando a un umbral peligroso. Hace tiempo que lo ha superado. La revolución ha sido motivada durante mucho tiempo por el resentimiento y la injusticia local. Hoy en día, a medida que la conciencia mundial se ha expandido, con la ayuda de Internet y los medios de comunicación social, hay signos de una revolución incipiente a una escala mucho mayor, aunque se llame terrorismo no estatal. Aunque la mayoría no lo acepta, las opiniones disidentes han vinculado durante mucho tiempo la desigualdad con el terrorismo mundial y regional [7], incluso en el sur de Asia [8].

En los últimos decenios, la violencia estatal ha evitado el despliegue -y tal vez el desarrollo- de armas biológicas, pero ¿podemos estar seguros de que las oscuras tecnologías que facilitan las armas biológicas no se extenderán, ni siquiera a los Estados delincuentes y a los agentes no estatales? Muchos monopolios anteriores de información se han roto, no sólo por indicios, sino a veces por plantillas enteras dadas o vendidas al otro lado, a veces para intentar deliberadamente igualar el terreno de juego. Los ejemplos van desde el científico atómico Karl Fuchs hasta Eric Snowden.

Pinker [9] ha argumentado de forma contundente y persuasiva que muchas formas de violencia han disminuido. Aunque esto sigue siendo cierto, dada la guerra civil en Siria y el auge del Estado islámico, la conceptualización de la violencia utilizada por Pinker es estrecha, excluyendo, por ejemplo, los ataques contra la naturaleza, otras especies y las generaciones futuras [10]. Otros están menos convencidos de que el optimismo de Pinker se mantenga, incluso para la violencia como se describe convencionalmente. Cada vez hay más apoyo a la hipótesis de que el cambio climático ha exacerbado la brutal guerra civil en Siria [11,12].  A medida que el cambio climático empeora, parece inevitable que haya más conflictos de este tipo.

Donald Henderson, que encabezó el esfuerzo internacional para erradicar la viruela, ha pedido una solución a largo plazo para las armas biológicas mediante la educación del público y de los encargados de formular políticas por parte de la comunidad médica sobre el bioterrorismo y también para fomentar un consenso mundial que condene su uso [13]. Pero deberíamos apuntar más alto; deberíamos pensar más profundamente.

• Materias:Terrorismo Guerra química / biológica Conflicto internacional
• Subjects:Terrorism Chemical / biological warfare International conflicts
• Palabras claves:Armas biológicas; Guerra biológica; Terrorismo; Conflicto internacional
• Keywords:Biological weapons; Biological warfare; Terrorism; International conflict