La construcción de El Quimbo en el departamento del Huila, Colombia, guarda correspondencia con la vocación hidroenergética conferida a la cuenca alta del río Magdalena, en donde existen antecedentes al respecto(central Betania) y en donde se proponen proyectos similares en instrumentos como el Plan Maestro para el Aprovechamiento del río Magdalena. Sin embargo, el aprovechamiento visto de este modo pasa por alto las particularidades ecológicas, socioeconómicas y culturales de los territorios en que tiene lugar, propiciando el surgimiento de problemáticas relacionadas con la transformación de los ecosistemas de soporte, así como de conflictos ambientales dada la dependencia de las comunidades y del aparato productivo en relación con las dinámicas ecológicas allí presentes. En tal dirección, este artículo de revisión recoge la experiencia de El Quimbo para señalar algunas de las implicaciones de los proyectos hidroenergéticos sobre las dinámicas territoriales a nivel local, realizando una cronología de los principales hechos que atravesaron la movilización social y la interposición de recursos legales para el caso analizado, sobre lo cual se llama la atención frente a la eventual construcción de nuevas centrales en el alto Magdalena.
Introducción
La hidroelectricidad suele asociarse con energías limpias, dado el carácter renovable de la fuente a partir de la cual se genera, esto es el agua. Sin embargo, la evidencia arroja una serie de problemas ambientales asociados, entre los cuales destacan el reasentamiento de poblaciones y la destrucción de ecosistemas, sumado a la “variación de la topografía y aumento de los riesgos de deslizamientos y erosión aguas abajo de la presa, sedimentación y eutroficación de cuerpos de agua”, entre otros (Silva y Sánchez, 1999, p. 196).
Colombia no es ajena a la discusión, en la medida en que las centrales hidroeléctricas aportan el 70% de la energía generada a nivel nacional (Sierra, 2013), con leves disminuciones en años puntuales –como 2016– debido al ciclo El Niño Oscilación del Sur (ENOS) que, sin embargo, no cambian el posicionamiento del país como el de mayor porcentaje y dependencia respecto a la generación de energía hidroeléctrica a nivel regional (solo superado por Brasil), con cifras por encima del promedio global y de los países de la OCDE, según estimativos del Banco Mundial (Bacca, 2019).
Tal panorama trae consigo transformaciones profundas en los territorios en los que se impulsan este tipo de aprovechamientos, en términos de permanencia territorial de comunidades étnicas y campesinas, como ocurrió tras la construcción de La Salvajina (Cauca) y Urrá (Córdoba), comprometiendo áreas de importancia ecológica con implicaciones que van desde la sedimentación de la que la hidroeléctrica del Alto Anchicayá es uno de los referentes más conocidos, hasta los problemas de eutrofización en centrales como las del río Prado (Tolima) y Calima (Valle del Cauca) (Sánchez, 1999).
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