La proliferación de armas de destrucción masiva (ADM) sigue siendo una importante amenaza para la paz y la seguridad mundiales. Los países miembros de las Naciones Unidas siguen muy divididos sobre la mejor manera de abordar esta situación.
Treinta y una naciones están fuera de la Convención sobre Armas Biológicas y Toxínicas (CABT), nueve aún no han ratificado la Convención sobre Armas Químicas, tres potencias nucleares siguen fuera del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), y las actuales crisis nucleares con Corea del Norte e Irán no se han resuelto.
La estructura discriminatoria del TNP de la era de la Guerra Fría es menos aceptada hoy en día; el reciente estancamiento del desarme es una fuente de creciente resentimiento; y las perspectivas siguen siendo diferentes sobre cómo reforzar los sistemas internacionales de verificación a la luz del desarrollo del sector nuclear.
Queda mucho por hacer para impedir que las organizaciones terroristas accedan a las armas biológicas, químicas, nucleares y radiológicas y a las tecnologías conexas. Siguen existiendo importantes lagunas en la legislación nacional y en los procedimientos de aplicación de la ley destinados a impedir la proliferación.
Es urgente que el sistema de las Naciones Unidas conceda una mayor prioridad a la no proliferación y al desarme y llegue a un acuerdo sobre estas cuestiones.
Desafíos de la destrucción masiva
Las Naciones Unidas tienen un largo historial de participación en los intentos de contrarrestar la amenaza que representan las armas de destrucción masiva, a diferencia de otras cuestiones de seguridad transnacional. 1 Unas instituciones (que van desde el Organismo Internacional de la Energía Atómica hasta el Consejo de Seguridad) y unas normas sólidas son sólo algunas de las medidas eficaces de que se dispone actualmente para prevenir la proliferación y lograr el desarme (desde el Tratado de No Proliferación Nuclear de 1968 y la Convención sobre Armas Biológicas y Toxínicas de 1972, hasta la Convención sobre Armas Químicas de 1993).
El objetivo actual es actualizar, reforzar y adaptar las herramientas existentes a un entorno técnico y político cambiante. herramientas existentes a un entorno técnico y político cambiante.
Los avances tecnológicos en materia nuclear, química y biológica pueden ser de doble uso, lo que plantea importantes para las políticas de no proliferación destinadas a prevenir una posible aplicación militar de estas tecnologías. evitar una posible aplicación militar de estas tecnologías. Por ejemplo la revolución biotecnológica plantea la posibilidad de que la recombinación genética dé lugar al desarrollo de armamento completamente nuevo. armamento. Además, los avances tecnológicos abren oportunidades para la militarización de nuevos agentes químicos.
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