El artículo pretende evaluar los criterios que deben tenerse en cuenta a la hora de decidir la reutilización adaptativa de edificios existentes. La reutilización de un edificio mediante su rehabilitación responde al concepto de sostenibilidad, ya que permite prolongar la vida útil de un edificio sin incurrir en gastos financieros significativos. El concepto está relacionado con la teoría de la economía circular, que sostiene que diseñando un sistema de procesos de circuito cerrado -en el que los residuos de un proceso se utilizan como materia prima para otro- se puede minimizar el consumo de materias primas, la cantidad de residuos y las pérdidas de energía. El artículo analiza los criterios que los gobiernos locales, ayuntamientos, arquitectos y diseñadores deben tener en cuenta a la hora de decidir si reutilizar un edificio. Los criterios se clasificaron en técnicos, económicos, sociales, espaciales y medioambientales. Para alcanzar el objetivo principal, se estudiaron las preferencias de los profesionales actuales y potenciales que podrían participar en la reutilización adaptativa de edificios en relación con los criterios. Los criterios más significativos se validaron mediante un método de encuesta.
INTRODUCCIÓN
Para cumplir el compromiso del Acuerdo de París, es esencial descarbonizar el sector de la edificación y la construcción, que representa el 40% del consumo final de energía y el 36% de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía y los procesos (Renovation Wave, 2022). La descarbonización del sector de la construcción para 2050 es clave para lograr estas reducciones de GEI. Sin embargo, como muestra el informe sobre el Estado Mundial de los Edificios 2022, el sector no está realizando los profundos cambios sistémicos necesarios para alcanzar este objetivo. La intensidad energética del sector de la construcción no mejoró en 2021, y el crecimiento de las energías renovables en los edificios sigue siendo modesto (Hacia una emisión cero, 2022). En 2021, las actividades de construcción volvieron a los niveles anteriores a la pandemia en la mayoría de las principales economías, junto con un uso más intensivo de energía de las instalaciones a medida que se reabrían los centros de trabajo. Además, más economías emergentes aumentaron el uso de gases de combustibles fósiles en los edificios. Como resultado, la demanda de energía de los edificios creció alrededor de un 4% desde 2020 hasta 135 EJ, el aumento más significativo de los últimos 10 años. Las emisiones de CO2 procedentes del funcionamiento de los edificios han alcanzado un máximo histórico de alrededor de 10 Gt de CO2, alrededor de un aumento del 5% desde 2020 y un 2% más que el pico anterior en 2019 (Hacia una emisión cero, 2022).
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