Los paisajes pueden resistir el flujo genético y dar lugar así a un patrón de aislamiento genético dentro de una población. El mecanismo por el que un paisaje se resiste al flujo genético puede deducirse evaluando la relación entre los modelos de paisaje y un patrón observado de aislamiento genético. Este enfoque entraña el riesgo de inferencias falsas, ya que los investigadores nunca pueden probar de forma factible todas las hipótesis alternativas plausibles. En este trabajo, en lugar de inferir el proceso de flujo genético a partir de un patrón genético observado, simulamos el flujo genético y determinamos si el patrón genético simulado está relacionado con el patrón genético empírico observado. Se trata de una forma de modelización inversa y puede utilizarse para validar de forma independiente un modelo genético del paisaje. En este estudio, utilizamos este enfoque para validar un modelo de resistencia del paisaje basado en la altitud, la cubierta vegetal y las carreteras que previamente se había relacionado con el aislamiento genético entre cabras montesas (Oreamnos americanus) que habitan en la cordillera Cascade, Washington (EE.UU.). La fuerte relación entre los patrones empíricos y simulados de aislamiento genético que observamos proporciona una validación independiente del modelo de resistencia y demuestra la utilidad de este enfoque para apoyar las inferencias genéticas del paisaje.
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