La obesidad, una de las enfermedades más críticas del siglo XXI, se halla asociada con otros problemas de salud como la diabetes tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y una expectativa de vida reducida, y ejerce un efecto importante sobre la economía. Pese a que se han desarrollado fármacos antiobesidad que actúan de diferentes maneras (disminuyendo el apetito, alterando el metabolismo o inhibiendo la absorción calórica), dichos fármacos han representado serias preocupaciones en cuanto a la seguridad en su uso, a tal punto que, debido a sus efectos secundarios, Se retiraron del mercado la sibutramina y el rimonabant; a consecuencia de estos reveses existen pocos medicamentos antiobesidad aceptados. Por otra parte, el conocimiento acerca del eje intestino-cerebro ayuda a entender cómo funciona el sistema gastroenteropancreático, con relación a una serie de péptidos y hormonas que participan en la regulación alimentaria y el cerebro, específicamente el hipotálamo como centro homeostático de los estados de hambre y anorexia, o del apetito, y por ende, del peso corporal. Esto nos lleva a estudiar aquellos fármacos que se encuentran en fase de investigación y desarrollo como las monoterapias y las combinaciones, para concluir que existen tres fármacos aprobados por la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), dos de ellos recientemente (en el 2012), y otros que podrían llegar a ser aceptados para su uso terapéutico.
Tratamiento farmacológico contra la obesidad
En la mayoría de las sociedades la prevalencia de la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas (1). Por ejemplo, Estados Unidos es el segundo país con obesidad a nivel mundial, ya que el 80,5% de los adultos presentan sobrepeso u obesidad. De acuerdo con las predicciones del Gobierno, se estima que el 75% de adultos y cerca de un 24% de los niños y adolescentes en Estados Unidos tendrán obesidad o sobrepeso en el 2015 (2). Hoy en día la obesidad es definida como una enfermedad neurobiológica que reduce la esperanza de vida y es un factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares, ciertos tipos de cánceres y desarrollo de diabetes tipo 2 (3). Por eso la obesidad es considerada un problema de salud pública, que afecta a otros sectores sociales como el industrial, el educativo y el gubernamental, además de generar costos de millones de dólares a la economía.
En estudios recientes, científicos de la Universidad de Liverpool argumentaron que los fármacos antiobesidad no tienen ventajas duraderas para la salud y el bienestar porque solo tratan las consecuencias biológicas de la obesidad y no las causas psicológicas importantes del sobreconsumo y la ganancia de peso.
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