En muchas ocasiones las superficies finales de los túneles de carretera (tanto los hastiales, como la bóveda) resultan no solo con rugosidades uniformes importantes, también con huecos más o menos numerosos y más o menos considerables: generalmente en túneles sin revestir es donde más se presentan las irregularidades uniformes importantes, y en túneles en roca excavados con voladuras es donde más se manifiestan los huecos.
Esto da lugar a coeficientes de fricción con las paredes del túnel que pueden ser muy elevados. La fricción que se produce al paso del aire en la ventilación puede dar lugar a necesidades de empujes aerodinámicos (con ventilación con jet-fan) muy importantes, esto es, a consumos de energía eléctrica significativos.
Para túneles de carretera con ventilación longitudinal con jet-fan se analizan las pérdidas de carga de túneles rugosos y con cavidades, y se evalúan los empujes aerodinámicos necesarios para contrarrestar las correspondientes pérdidas de carga.
1. INTRODUCCIÓN
El paramento visto de los túneles carreteros suele ser de hormigón, lo que les confiere baja rugosidad a las paredes (hastiales y bóveda) y uniformidad del conjunto, que favorece el rendimiento de la ventilación y del alumbrado. Con frecuencia se construye un revestimiento de hormigón, de espesor entre 30 cm. y 60 cm., normalmente de hormigón en masa encofrado (en algunos túneles es de hormigón armado, aunque no es usual), y que forma un anillo con el que se finaliza el túnel. La cara vista de ese revestimiento será el “paramento visto” del túnel. A él se fijan los elementos de equipamiento: falso techo (si es necesario), ventiladores, luminarias, bandejas portacables, etc. Oculta por ese revestimiento se encontrará la lámina de impermeabilización que se colocó en las zonas con filtraciones (o en toda la longitud del túnel, como es habitual), así como todos los elementos que se usaron para el sostenimiento (bulones, gunita, mallazos, cerchas, etc.).
No obstante, en algunos túneles no revestidos se coloca una pared de cierta altura, entre 2,5 m y 4,0 m, en hastiales (y en ocasiones también en la bóveda), de material prefabricado o no (puede ser hormigón o cualquier otro elemento), que cumple con la premisa de aportar uniformidad y estética de la parte baja más vista (hastiales y arranque de la bóveda), dejando la parte superior, la bóveda, sin revestir.
En otros casos, los túneles se terminan sin ningún revestimiento ni cubrición de sus hastiales o bóveda. Esta solución de no revestir debe obedecer siempre a criterios predefinidos, muy claros y meditados para unas circunstancias determinadas, en las que se han de tener muy en cuenta las características geotécnicas -y reológicas- del macizo atravesado por el túnel.
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