Se elaboró un modelo conceptual basado en los dos elementos espaciales básicos de la gestión integrada de plagas en toda el área (GIPA), una zona central y una zona tampón, para determinar el tamaño mínimo de la zona protegida para que el programa sea técnicamente viable y económicamente justificable. El modelo constaba de una parte biológica (dispersión de insectos) y otra económica. En la parte biológica se utilizaron paseos aleatorios y ecuaciones de difusión para describir la dispersión de los insectos y determinar la anchura mínima de la zona tampón necesaria para proteger la zona central de la inmigración de plagas procedentes del exterior. En la parte económica, se calculó el tamaño de la zona núcleo para determinar el punto en el que los ingresos de la zona núcleo equivalen a los costes de control. Este modelo deberá calibrarse y validarse para cada especie y ubicación geográfica. La mosca tsetsé y la mosca mediterránea de la fruta se utilizan como casos de estudio para ilustrar el modelo.
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