El estudio tuvo como objetivo discutir la Creación de Valor basada en el método VAIC™ y como campo de investigación las empresas que forman parte de la cartera del Índice de Sostenibilidad Corporativa (ISE) de B3 (BM&FBOVESPA). Como primera aproximación, seleccionamos el año 2016 después de diez años de historia del ISE. Los componentes del VAIC™ fueron recuperados y computados a partir de las Normas Internacionales de Información Financiera finalizadas en 31 de diciembre de 2015. Las hipótesis permitieron afirmar lo siguiente: (i) existe interdependencia entre el Capital Financiero Invertido, el Capital Intelectual y la Creación de Valor; (ii) existen dimensiones de la Creación de Valor capaces de diferenciar y agrupar las observaciones; y (iii) la eficiencia asignativa de las empresas puede variar en función de los clústeres. La principal limitación es el tamaño de la población/muestra final: 29 empresas. Las implicaciones se refieren al refuerzo de la existencia teórica de la Creación de Valor basada simultáneamente en activos tangibles e intangibles y a la posibilidad de categorizar las empresas para ampliar la comprensión de las bases de la apreciación del valor y la fijación de precios de los activos negociados en las plataformas bursátiles.
1. INTRODUCCIÓN
Al destacar la relevancia de los Activos Intangibles en el desempeño corporativo y el desarrollo económico, el estudio de Hassett & Shapiro (2011) supuso que el valor de estos recursos en la economía estadounidense en 2011 alcanzaría entre US$ 8,1 billones y US$ 9,2 billones con activos totales (Capacidad Económica más Capital Intelectual) alcanzando US$ 14,5 billones, lo que implica que prácticamente dos de cada tres unidades monetarias se deben a intangibles.
Al contrastar estas estimaciones con el PIB estadounidense de ese mismo año de 15,52 billones de dólares (BIRF, 2016), y teniendo en cuenta que el ratio de inversión intangible a tangible cambio de 0,66 a 1,50 en los últimos 40 años (Monga, 2016), aumenta la importancia estructural de la gestión del Capital Intelectual (CI) para los stakeholders tanto como fuente de riqueza como artefacto para la gestión de riesgos.
Hassett y Shapiro (2011) investigaron la medición y el valor añadido del CI en 24 industrias, entre ellas las de energía, banca, telecomunicaciones, semiconductores, equipos y farmacéutica. Según sus conclusiones, el coeficiente de CI en comparación con el valor de mercado de estas empresas alcanzó una media del 44,16%, lo que significa que las empresas que cotizan en el mercado bursátil de EE.UU. podrían negociarse por el doble de la cantidad contabilizada como fondos propios.
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