Mientras Colombia cuenta con aproximadamente 1 millón de secuencias genéticas, Estados Unidos suma más de 250.000 millones, aunque muchas de ellas provienen de muestras colectadas en otros países, per se subidas por estadounidenses.
Los recursos genéticos son materiales de origen natural –plantas medicinales o nativas, animales, microorganismos u otros que contienen genes– que se pueden emplear para la investigación científica y el desarrollo de productos farmacéuticos, industriales o cosméticos.
Algunos ejemplos de su potencial son la adormidera o amapola real (Papaver somniferum), de la que se extrae la morfina; la quina, de la cual se obtiene la quinina, utilizada en tratamientos para la malaria, y los probióticos que provienen de ciertos microorganismos.
Aunque los beneficios no monetarios han permitido avances en el acceso a tecnologías y la cooperación entre instituciones de investigación, el reto sigue siendo establecer las compensaciones financieras, como regalías y tarifas de acceso para quienes usan los recursos genéticos, algo que todavía no se ha adoptado plenamente en las COP realizadas hasta el momento, ni en el Convenio sobre la Diversidad Biológica.
Para Juan Pablo Rosas, quien apoya la gestión de permisos de diversidad biológica y el fortalecimiento del sistema de colecciones científicas en la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), “el país aún carece de los recursos necesarios para competir en secuenciación y procesamiento de datos genéticos: no estamos utilizando inteligencia artificial a la misma escala que otros países”.
Esta situación limita las oportunidades para el desarrollo de productos basados en recursos genéticos y plantea una desventaja para países como Colombia con respecto a Estados Unidos o Alemania.
Urgen marcos legales nacionales
La profesora Diana Carolina López Álvarez, miembro del Grupo de Investigación en Diversidad Biológica de la UNAL Sede Palmira, advierte que “vamos bastante atrasados en los beneficios monetarios, ya que estas medidas se deben integrar en los marcos legales nacionales y en mecanismos internacionales como el Fondo Multilateral para la Distribución de Beneficios”.
“El costo del genoma humano ha decrecido con el tiempo, hoy se puede generar en 1.000 dólares; este tiene 3.000 millones de letras, es impresionante la cantidad de información que contiene y que al inicio costaba mucho porque no teníamos la tecnología ni los computadores para procesarla, pero hoy podemos hacerlo de manera muy económica y eso ha hecho que tengamos un boom de la información”, explicó la investigadora López.
Durante el conversatorio “Avances en la distribución justa y equitativa de los beneficios por el uso sostenible de los recursos genéticos”, realizado como parte de la agenda de la UNAL en la COP16, se expusieron las dificultades en el marco regulatorio del país, las cuales se centran en un control burocrático que hace exhaustivo el acceso a recursos genéticos, ya que tiene una fuerte carga administrativa que en ocasiones ralentiza los procesos de investigación y comercialización de estos recursos.
Otro aspecto polémico es la inclusión de la información de secuencias digitales DSI, es decir la información genética (ADN, ARN, proteínas, etc.) disponible en bases de datos globales. A medida que la tecnología avanza y el costo de secuenciar genes se reduce, se ha generado un volumen inmenso de datos genéticos que no está regulado de manera clara, el cual se puede utilizar para desarrollar productos comerciales, pero las comunidades y los países de origen pocas veces reciben una compensación justa por su uso.
La creciente utilización de estas secuencias en el mundo pone en evidencia la desigualdad en la distribución de beneficios y la necesidad de establecer reglas de juego claras entre los países miembros de la COP16, de lo contrario, las grandes empresas se seguirán beneficiando económicamente de los recursos genéticos de naciones donde la normatividad es débil, mientras los pueblos indígenas y las comunidades locales que contribuyen con la conservación de la biodiversidad quedan desprotegidos.
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