En América Latina y el Caribe (ALC), los efectos negativos del cambio climático sobre la salud son cada vez más evidentes. Entre los más graves está el aumento de las muertes por golpes de calor, que crecieron un 160 % en América del Sur entre 2000 y 2021, afectando principalmente a adultos mayores y trabajadores expuestos a altas temperaturas. Asimismo, el cambio climático está facilitando la propagación de enfermedades gastrointestinales y de vectores como el dengue, cuya idoneidad climática ha aumentado un 3 5% en la región desde mediados del siglo XX. La productividad agrícola también se ve comprometida, y se estima que podría disminuir hasta un 15 % para 2050, lo que agravaría la inseguridad alimentaria y la malnutrición. Para adaptarse y mitigar estos impactos, se estima que la región necesitará inversiones anuales de entre 90.000 y 110.000 millones de dólares.
Por otra parte, es importante mencionar que el sector salud tiene una huella de carbono considerable. Según el reciente estudio Salud sin Daño (2021), el sector fue responsable del 4.4 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), y es uno de los sectores de más rápido crecimiento en su huella de carbono. En este contexto, la infraestructura del sector salud puede jugar un papel fundamental para contribuir a los esfuerzos en descarbonización y asegurar la continuidad de los servicios médicos bajo condiciones extremas. Esto implica replantear la manera en que concebimos los proyectos de infraestructura de salud. En este blog te mostramos cómo el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha sido un aliado clave para ayudar a los países de ALC a enfrentar los retos que el cambio climático impone sobre la salud, y exploramos las oportunidades que ofrece la infraestructura sanitaria.
El BID ha venido colaborando con varios gobiernos, para crear políticas y marcos normativos que incorporen un enfoque en la sostenibilidad y cambio climático en el sector salud. La nueva estrategia institucional BIDImpact+ refuerza el compromiso del Banco con el abordaje del cambio climático, la reducción de las emisiones, la preservación de la biodiversidad y el fortalecimiento de la adaptación. Para ello, el BID realiza apoyo técnico permanente y financiamiento a los países para enfrentar estos desafíos.
Desde 2018, a través la cooperación técnica Fortalecimiento de Sistemas de Salud en Jamaica (JA-T1092), el BID ha trabajado en la formulación de políticas que integren la salud y el cambio climático, esto ha llevado a la creación de un marco de referencia que guía a los centros de salud en la adaptación a condiciones climáticas cada vez más extremas. Dicho marco incluye directrices específicas para la construcción de infraestructuras de salud más resilientes, capaces de resistir huracanes, inundaciones y otros desastres naturales. Este enfoque no solo protege la infraestructura sanitaria, sino que también asegura que las comunidades estén mejor preparadas para enfrentar emergencias climáticas, garantizando la continuidad de los servicios de salud durante estos eventos.
En 2022, el BID brindó apoyo al Ministerio de Salud de Perú (MINSA) para la inclusión de parámetros de sostenibilidad y resiliencia climática en el marco normativo e institucional en el sector salud. El objetivo fue incorporar la adopción de estándares energéticos que promuevan la eficiencia energética en hospitales y centros de salud, así como la implementación de sistemas de captación y tratamiento de agua para garantizar el abastecimiento en caso de sequías o variaciones climáticas extremas.
Un ejemplo reciente es Colombia, donde el BID ha apoyado al Ministerio de Salud y Protección Social, en el fortalecimiento de la gobernanza y los instrumentos de política. En este marco, se brindó apoyo para la creación del “Comité para la Gestión del Cambio Climático del Sector Salud” con el propósito de coordinar acciones que integren la adaptación y mitigación del cambio climático en el sector salud. Este comité busca una implementación eficiente de políticas públicas que aseguren la resiliencia del sector salud ante los efectos del cambio climático, contribuyendo así a la sostenibilidad y bienestar de la población.
Además, el BID ha brindado apoyo técnico al Ministerio para la actualización de normas que incorporen lineamientos de infraestructura sostenible y baja en carbono. Esto incluye la adopción de medidas para la eficiencia energética, la gestión de agua y el manejo de residuos, contribuyendo de esta manera a que los hospitales y centros de salud no solo operen de manera más sostenible, sino que estén mejor preparados para enfrentar los impactos de cambio climático.
Así mismo a través del Programa para Mejorar el Acceso Efectivo a los Servicios de Salud de la Población en Colombia (CO-L1286), el Banco busca mejorar de la calidad y accesibilidad de los servicios de salud, así como también fortalecer el marco normativo sobre infraestructura en el sector, para promover el uso de tecnologías más limpias en los centros de salud, como las energías renovables. Esto permitiría reducir las emisiones GEI y generar ahorros significativos en costos operativos. Además de los beneficios económicos y ambientales, estos esfuerzos normativos también fortalecen la capacidad del sistema de salud para adaptarse a los desafíos del cambio climático.
El BID también colabora con varios gobiernos, para fortalecer la infraestructura de salud con un enfoque en la sostenibilidad y la resiliencia frente a desastres naturales mediante apoyo técnico permanente y financiamiento para proyectos de inversión específicos.
En cada proyecto que cuenta con financiamiento del BID, se promueve el diseño, construcción y operación que generen cantidades mínimas de GEI. Esto incluye incorporar principios bioclimáticos, medidas de eficiencia energética y energías renovables en los nuevos proyectos de infraestructura hospitalaria. Además, el BID está apoyando la planificación regional y el diseño de proyectos de infraestructura con soluciones basadas en la naturaleza y resilientes al cambio climático desde las fases iniciales.
Asimismo, una infraestructura sanitaria adecuada es esencial para enfrentar los retos del cambio climático. Según la Organización Panamericana de la Salud, más del 67 % de los hospitales en América Latina están ubicados en zonas de alta amenaza climática, lo que los hace vulnerables ante desastres naturales. Ante esto, el cambio climático también nos exige repensar la infraestructura de salud.
Algunos ejemplos:
El cambio climático es una amenaza seria para la salud global, y su impacto en los servicios sanitarios es innegable. La infraestructura del sector salud debe adaptarse para ser más resiliente a los crecientes impactos climáticos, pero también debe apuntar a objetivos de reducción de emisiones GEI, implementando medidas de eficiencia energética y eficiencia en uso de recursos, así como manejo de residuos. Solo con un enfoque integral y colaborativo se podrá enfrentar este desafío de manera efectiva y garantizar la salud y bienestar de la población, incluso en las condiciones más extremas.
Para que el sector salud pueda enfrentar efectivamente los desafíos del cambio climático y reducir su huella de carbono, es esencial una colaboración intersectorial. Trabajar en conjunto con los sectores de ambiente, energía, y educación permite crear políticas integrales que no solo protejan la salud pública, sino que también fomenten un entorno más saludable a largo plazo. La implementación de políticas de calidad del aire, de acceso a agua potable y de expansión de energías renovables son solo algunos ejemplos de cómo la cooperación intersectorial puede generar co-beneficios para la salud.
Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Trabajamos para mejorar la calidad de vida en América Latina y el Caribe. Ayudamos a mejorar la salud, la educación y la infraestructura a través del apoyo financiero y técnico a los países que trabajan para reducir la pobreza y la desigualdad. Nuestro objetivo es alcanzar el desarrollo de una manera sostenible y respetuosa con el clima. Con una historia que se remonta a 1959, hoy somos la principal fuente de financiamiento para el desarrollo para América Latina y el Caribe.
La gamificación, o aprendizaje sobre la estructuración de proyectos basado en el juego, aplica dinámicas propias de los videojuegos –como puntuaciones, competencias y simulaciones– y busca mejorar la formación de los gestores de proyectos de infraestructura, por ejemplo, preparándolos para los desafíos reales de la planificación y ejecución de las obras. Así funciona el “Instituto virtual de evaluación y formulación de proyectos”, una herramienta diseñada por ingenieros de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales.
Un equipo de investigadores del Centro de Innovación del Hormigón UC lideran un proyecto con alcance internacional, que permitiría fomentar el uso de fibras en el hormigón en la construcción. Entre sus beneficios está la disminución de mano de obra intensiva, lo que minimiza los riesgos de accidentes, la reducción de costos y optimización de los recursos disponibles, entre otros. Además, podría favorecer el desarrollo de obras fuera de las zonas cercanas a ciudades o plantas basales.
Ahora estamos preocupados porque la Autopista Norte está dañando el humedal de Torca, y no, la Autopista está dañando la reserva Thomas van der Hammen, al igual que lo está haciendo la carrera Séptima y lo mismo ocurrirá con la avenida Boyacá”, así describe el profesor Juan Luis Rodríguez Gómez, de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), el problema actual de planeación urbana que, según indica, se solucionaría con una planeación urbana regional.
Jugar con los ángulos puede mantener una pared exterior varios grados más fría que una pared plana estándar.
Con el fin de promover la modernización del sector de la construcción y la infraestructura en Colombia, se ha promovido la Estrategia Nacional BIM 2020-2026, que permitiría afrontar uno de los principales desafíos, que consiste en baja productividad e incertidumbre respecto al tiempo y los costos finales de los proyectos.
Según un estudio de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), con plásticos reciclados y fibras de madera se fabricarían muros divisorios en viviendas para reducir el uso de materiales convencionales con impacto ambiental.