La Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales realiza una investigación innovadora que transformaría la industria de la protección contra la corrosión. A partir de las hojas de lavanda se desarrolló un inhibidor natural que retrasa significativamente el proceso de oxidación en materiales metálicos. Este enfoque sostenible promete reducir el impacto ambiental de los productos químicos tradicionales, abriendo la puerta a aplicaciones en sectores como la construcción, la manufactura y la energía.
Su producción resulta hasta un 50 % más económica, por lo que este inhibidor natural se consolida como una alternativa prometedora para reducir la contaminación de las industrias de pinturas anticorrosivas. Además, las pruebas realizadas han demostrado su efectividad durante al menos 72 horas de exposición continua en ambientes agresivos en un potenciostato-galvanostato capaz de acelerar el proceso de corrosión hasta 20 años.
La idea de utilizar lavanda nació del interés por encontrar alternativas sostenibles a los inhibidores de corrosión convencionales, los cuales suelen estar compuestos por sustancias tóxicas que contaminan el medioambiente. “Decidimos explorar el potencial de las hojas de lavanda debido a su composición química rica en compuestos antioxidantes y aceites esenciales”, explica Santiago Ocampo Palacios, estudiante de Ingeniería Física y miembro del Semillero de Investigación en Electroquímica de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura de la UNAL Sede Manizales.
El proceso comienza con la recolección de las hojas de lavanda en la región de Caldas, en donde las condiciones climáticas favorecen el crecimiento de esta planta. Posteriormente se someten a un procedimiento de extracción que permite obtener los compuestos activos responsables de inhibir la corrosión. Estos extractos se evalúan en laboratorio para determinar su efectividad en la protección de metales como el acero y el aluminio.
El método desarrollado por el equipo de la UNAL combina técnicas de extracción por solventes con análisis electroquímicos avanzados. En primer lugar, las hojas de lavanda se trituran y se procesan utilizando acetona como solvente, lo que permite obtener una solución concentrada de compuestos bioactivos.
Los extractos obtenidos se someten a pruebas de corrosión acelerada, sumergiendo muestras de metal en soluciones altamente corrosivas. “Aplicamos técnicas como la espectroscopía de impedancia electroquímica (EIS), una técnica de análisis empleada para estudiar las propiedades electroquímicas de materiales, especialmente en el contexto de la corrosión y los recubrimientos protectores, con el objetivo de medir la resistencia de los metales al ataque corrosivo cuando están recubiertos con el inhibidor de lavanda”, detalló el investigador Ocampo.
Los resultados han sido alentadores: los metales tratados con el extracto de lavanda mostraron una reducción del 80 % en la velocidad de corrosión frente a aquellos que no recibieron tratamiento. Además, el inhibidor demostró ser efectivo incluso en ambientes altamente salinos, lo que amplía su aplicación potencial.
Uno de los aspectos más destacados de este proyecto es su contribución a la sostenibilidad. Los inhibidores de corrosión convencionales suelen contener metales pesados y otras sustancias químicas que representan un riesgo tanto para el medioambiente como para la salud humana. En contraste, el extracto de lavanda es biodegradable y no genera residuos tóxicos.
Además, el uso de un recurso natural como la lavanda fomentaría el desarrollo económico de comunidades rurales de Caldas. “Este proyecto tiene el potencial de crear cadenas de valor sostenibles, mediante las cuales los agricultores locales se beneficiarían del cultivo y suministro de lavanda para fines industriales”, señala el investigador.
A pesar de los avances logrados, el equipo de investigación enfrenta varios desafíos, uno de los principales es escalar el proceso de extracción para producir inhibidores a gran escala sin comprometer la calidad del producto. También se están realizando estudios para garantizar la estabilidad del inhibidor bajo diferentes condiciones ambientales y su compatibilidad con otros materiales.
El investigador enfatizó en la importancia de la colaboración interdisciplinaria: “este proyecto ha sido posible gracias tanto al trabajo conjunto de químicos, ingenieros y agrónomos como al apoyo de los laboratorios de la UNAL”. Asimismo se está explorando la posibilidad de establecer alianzas con empresas del sector industrial para llevar este innovador producto al mercado.
La investigación sobre el uso de lavanda para retrasar la corrosión representa un ejemplo del impacto positivo de la ciencia y la tecnología en la sociedad, ya que no solo aborda un problema técnico importante, sino que además promueve la sostenibilidad y el desarrollo económico regional.
En palabras del investigador: “este es solo el comienzo. Creemos que la naturaleza tiene mucho que enseñarnos y que podemos seguir encontrando soluciones innovadoras y sostenibles para los desafíos industriales”.
Con iniciativas como esta, la UNAL reafirma su compromiso con la investigación de vanguardia y la construcción de un futuro más sostenible.
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