Los parásitos nematodos son organismos similares a gusanos redondos que para sobrevivir infectan a humanos y otros animales generando en ellos –sus huéspedes– problemas de salud. Por ejemplo, algunas especies de la familia Onchocercidae son responsables de enfermedades como la oncocercosis –o “ceguera de los ríos”, transmitida por moscas negras–, que produce graves afectaciones en la piel y los ojos, y Colombia fue el primer país en eliminarla; y la filariasis visceral, que afecta órganos abdominales, registrada en algunos lugares del Chocó y la Amazonia.
“Hasta ahora el manejo en el país se ha hecho en fauna silvestre y se limita a estudiar la presencia o ausencia de microfilarias, o estado larval de estos parásitos. En esta investigación fuimos más allá y corroboramos que sí era posible determinar el género o la especie solo observando sus características morfológicas y morfométricas”, explica el químico farmacéutico Gustavo Andrés Fuentes Rodríguez, estudiante de la Maestría en Infecciones y Salud en el Trópico de la UNAL Sede Bogotá.
El ciclo de vida de las microfilarias es interesante y complejo porque implica, primero, a un mosquito vector que pique a una persona o animal infectado. Así, el mosquito “almacena” dentro de sí las larvas que estaban en la sangre del hospedero, y dentro de él se desarrollan y se vuelven infectivas. Entonces, cuando el vector pica a un nuevo huésped, le transmite las larvas para que inicien un nuevo ciclo de vida y el proceso se repita.
“De ahí que sea importante identificar en un extendido sanguíneo de qué tipo de parásito se trata, pues actualmente para saber qué especie está presente es necesario sacrificar al animal hospedero y tomar los ‘gusanos adultos’ de su interior. Identificarlo en sangre permitiría no solo cuidar los ecosistemas, sino además diseñar estrategias más efectivas para preservar la salud pública con el propósito de acercarnos más a los lineamientos de One Health”, continúa el investigador.
Para corroborar que lo observado tenía correspondencia con la realidad, el investigador también hizo análisis moleculares mediante pruebas PCR: “trabajamos con el material depositado en la Colección Biológica Relación Parásito Hospedero de la UNAL Sede Bogotá y con algunas muestras tomadas en campo, extrayendo sangre de aves, anfibios y reptiles de Santander, Amazonas y Casanare, que también pasaron a la colección. A todas ellas les tomamos unas 3.000 fotos y secuenciamos su material genético”, explica.
Curaduría y análisis de los parásitos
Una colección de parásitos de sangre (o hemoparásitos) consiste en una serie de placas o láminas con extendidos sanguíneos, debidamente rotulados con la especie a la que pertenecen y el lugar donde se capturó. “Revisamos muestras de 3.820 aves, de las cuales 120 presentaron infecciones por microfilarias; 354 de anfibios con 20 infecciones; y 646 de reptiles con 4 infecciones. En cada una observamos caracteres morfológicos cualitativos como el tipo de cola y la vaina, que es una capa muscular o de cutícula que rodea el cuerpo del gusano”.
Con los análisis moleculares, el investigador Fuentes corroboró que algunos morfotipos tenían probabilidad de asociarse con un linaje de géneros o especies previamente descritos. “Encontramos que en Colombia están circulando al menos 11 morfotipos de microfilarias en aves, 4 en anfibios y 1 en reptiles silvestres. Además están presentes los siguientes géneros: Aproctella y Splendidofilaria (familia Splendidofilariinae), Eufilaria (Lendaniinae), Ochoterenella (Waltoneliinae) y Oswaldofilaria (Oswaldofilariinae)”.
Estos estudios son valiosos teniendo en cuenta la experiencia reciente con la pandemia de la Covid-19, que se estima fue producto de una zoonosis, es decir del “salto” de un microorganismo de un animal a los humanos. “Todo esto también es fundamental en relación con las actividades de ecoturismo, por ejemplo, que se están fomentando en las zonas estudiadas. Ya se han registrado casos en Japón, Vietnam, Irlanda y Malasia relacionados con ‘saltos’ de este tipo de parásitos entre especies”, señala el investigador.
El estudio formó parte de las exposiciones de la VI Conferencia Internacional sobre Malaria y Hemosporidios Parásitos Relacionados de la Fauna Silvestre y del III Simposio Internacional de la Red de Investigación de Enfermedades de la Fauna Silvestre, celebrados en Medellín, y estuvo dirigido por la profesora Angie Daniela González Galindo, adscrita al Departamento de Biología de la UNAL Sede Bogotá.
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