El Gobierno japonés está decidido a conseguir que Japón se mida de tú a tú con las principales potencias de la industria de los semiconductores. Y desde luego no es una ambición inalcanzable. De hecho, algunas de las compañías con mayor peso específico en la industria de los equipos de litografía, como Tokyo Electron, Canon o Nikon, son japonesas. "Estamos trabajando con nuestros clientes para desarrollar tecnologías que se adentran cuatro generaciones en el futuro". Esta declaración de Nobuto Doi, vicepresidente de Tokyo Electron, es toda una declaración de intenciones.
Japón tiene dos décadas para replantearse su mix energético
La estrategia de Japón no requiere únicamente reforzar su presencia en la industria de los circuitos integrados; también apuesta por poner a punto una gran cantidad de centros de datos para inteligencia artificial (IA). De hecho, Jensen Huang, el director general de NVIDIA, ha confirmado que su compañía pondrá a punto en Japón una red de centros de datos especializados en IA. Además, Huang ha anticipado que desplegará esta infraestructura de la mano de compañías japonesas. Todo esto suena muy bien, pero tiene un coste elevado en términos energéticos y el Gobierno nipón no lo ha pasado por alto.
En 2050 Japón necesitará haber incrementado su capacidad de generación de electricidad entre un 35 y un 50 %
De hecho, su infraestructura eléctrica actual sería incapaz de dar servicio a las fábricas de semiconductores y los centros de datos para IA que llegarán en el futuro. La Administración japonesa ha reconocido que en 2050 necesitará haber incrementado su capacidad de generación de electricidad entre un 35 y un 50 %. No es nada despreciable, desde luego. Además, su plan también tiene que afrontar la descarbonización de su sistema energético a la que se ha comprometido. Hoy el suministro de combustibles fósiles de Japón depende en gran medida de Oriente Medio, lo que propició a finales de 2023 la aprobación de una ley que promueve la inversión en descarbonización por un total de unos 962.000 millones de dólares.
El Gobierno japonés ha confirmado que su estrategia para resolver las necesidades energéticas que tendrá dentro de dos décadas requiere apostar por las células fotovoltaicas de última generación que incorporan perovskitas, por las turbinas eólicas flotantes que se instalan en el mar, y también por la energía nuclear.
De hecho, durante los próximos años muchas de las centrales nucleares que fueron desactivadas después de Fukushima volverán a entrar en operación, y, además, Japón construirá nuevas centrales nucleares equipadas con reactores de cuarta generación. De hecho, el primer paso ya lo ha dado al entregar su visto bueno a la planta de Kashiwazaki-Kariwa, la mayor del planeta gracias a sus siete reactores de agua en ebullición.
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El Departamento de Defensa de EEUU (DoD por su denominación en inglés) tiene un plan. Pretende construir un reactor nuclear transportable de cuarta generación que pueda ser utilizado en sus campañas militares. El ´proyecto Pele´ ya está en marcha y persigue diseñar, construir y poner a prueba un prototipo en un plazo no superior a los cinco años. No obstante, el DoD cuenta con ayuda para sacarlo adelante, como cabe esperar. De hecho, la construcción del reactor ya está en marcha en el Laboratorio Nacional de Idaho.
La combinación de materiales abundantes, accesibles, económicos y sostenibles, como el sodio, el azufre y el hierro, permite desarrollar baterías que se cargan y descargan más de 2.000 veces y que podrían funcionar más de 15 años. Los investigadores de la Universidad de Córdoba continúan sus estudios para intentar que la batería se cargue lo más rápido posible pasando de la hora que tarda actualmente a los 10 minutos en un futuro.
La física cuántica es extraña. Contraria a nuestra intuición. Aquí reside, precisamente, su dificultad. Sin embargo, los fenómenos que contiene son extraordinariamente fascinantes. El entrelazamiento cuántico es el auténtico protagonista de este artículo, y no cabe duda de que es uno de los mecanismos cuánticos más cautivadores. Antes de seguir adelante merece la pena que dediquemos unas líneas a repasar brevemente qué es.
En Colombia las sustancias químicas peligrosas –como la mayoría de la carga– se transportan en vehículos de carga terrestre, por lo que el riesgo de accidentes recae no solo en los transportadores, sino también en los demás usuarios de las vías. Un estudio sobre esta situación identificó las carreteras con mayor probabilidad de siniestros y diseñó una herramienta para prevenir los daños.
El hallazgo de una reserva de hidrógeno virtualmente inagotable al norte de Francia ha puesto a ingenieros y científicos a trabajar a contrarreloj: no existe aún tecnología para extraerlo, pero hay mucho en juego como para no intentarlo.
Nos urge almacenar energía renovable a gran escala para cuando no sopla el viento ni brilla el sol. El hidrógeno es una de las formas más prometedoras de hacerlo, pero sus múltiples desafíos siguen retrasando su adopción. Uno de estos desafíos es la dificultad de conservarlo y transportarlo.