Aunque se hizo de rogar, el 5G es ahora un estándar en España. Sus bondades se promulgaron durante muchos años pero una transformación tan intensa no ocurre de la noche a la mañana –de ahí que hayamos tenido que esperar para verlas desplegadas en nuestro día a día–. No obstante, aunque se considere el estándar actual, es cierto que todavía no hemos exprimido todo su potencial. El paso que permitirá desbloquear esa tecnología al completo es el 5G SA, que se empieza a desplegar. Y, de ahí, al 5G Avanzado, que actuará como punto previo al 6G, del que ya se empieza a trazar una hoja de ruta.
El 2G, recordemos, había traído los SMS y la digitalización de las comunicaciones. El 3G hizo posible navegar por internet desde el móvil. Y el 4G mejoraba todo lo anterior y ofrecía mejores conexiones y más rápidas. El 5G ha llegado con el objetivo de perfeccionar lo ya existente: más velocidad, menor latencia, más conexiones sin saturar la infraestructura, menor consumo de energía y una serie de tecnologías que hacen posible el despliegue de servicios de banda ancha como automatización, retransmisión de datos a gran velocidad, ciudades y vehículos inteligentes, gestión de drones, etc.
Las primeras antenas para dar cobertura 5G en España se empezaron a instalar en 2018. Un despliegue público privado aupado por el Plan Nacional 5G del Ministerio de Industria que desembocó en la activación de estas antenas dos años más tarde.
En la primera fase se desplegó el 5G conocido como 5G NSA. Su principal ventaja es que permite aprovechar las redes móviles 4G ya instaladas en la mayoría del territorio. Y ha supuesto una gran mejora en las prestaciones que ofrecía esta tecnología. Sin embargo, el 5G NSA es una tecnología a camino entre el 4G y todo lo que puede ofrecer la quinta generación.
Ha sido una vez liberadas las bandas de frecuencia necesarias para ofrecer al completo tecnología 5G –que estaban ocupadas por la televisión digital terrestre o TDT (y por tecnologías previas como 2G y 3G)– cuando empresas de telefonía como Telefónica han podido avanzar en la instalación de antenas, repetidores y demás infraestructura 5G NSA o 5G SA.
Una de esas bandas de frecuencia es la de 26 GHz, que se subastó en diciembre de 2022. Esta banda se la conoce como banda milimétrica o mmWave y permitirá conexiones ultrarrápidas en distancias muy cortas. Pero no es la única. También se utilizará para el 5G SA las bandas de 700 MHz y la de 3,5 GHz, claves en las promesas que ofrece esta nueva tecnología. La primera estaba ocupada por la TDT y fue subastada en el verano de 2021. La segunda se subastó en primera instancia para hacer posible el despliegue inicial de 5G.
Por lo tanto, aunque en agosto de 2022 Telefónica anunció que ya podía ofrecer cobertura 5G al 80% de la población española, la industria prepara ya su siguiente evolución con el despliegue del 5G SA, con el que se mejorará aún más la capacidad de la red y que en 2023 probablemente dé mucho que hablar.
La siguiente parada es, sin duda, el 6G. Precedido tras una breve parada en el 5G Avanzado. Si se cumplen las estimaciones, empezaremos a ver las primeras aplicaciones de la tecnología móvil 6G a partir de 2026. Pero no será hasta 2030 cuando se iniciará su implementación o despliegue. Así que podemos estar tranquilos si tenemos teléfono nuevo o tenemos pensado comprar uno.
Al igual que su predecesora, la tecnología 6G tiene varios objetivos que cumplir: ofrecer más velocidad de transmisión de datos (se estima que hasta diez veces más) y bajar la latencia al máximo. Otros aspectos ya conocidos del 5G también se mejorarían en su sucesor: menor consumo de energía, mayor cantidad de dispositivos conectados de manera simultánea, etc.
Y como ocurre con la generación anterior, la tecnología 6G será retrocompatible. Es decir: se podrán aprovecharár todas las bandas disponibles. Siempre y cuando las autoridades y las empresas afectadas lleguen a esa conclusión.
El 6G tiene también la responsabilidad de ayudar al avance de tecnologías como el metaverso, la realidad virtual, la realidad aumentada, los dispositivos interconectados en hogares, empresas y ciudades, el vehículo autónomo, la inteligencia artificial, el edge computing y lo que esté por llegar.
Para terminar, y aunque los principales contendientes en desarrollar la tecnología 6G son gigantes como Estados Unidos o China, Europa no quiere quedarse atrás. De ahí que empresas de telecomunicaciones como Telefónica (España), Deutsche Telekom (Alemania), Orange (Francia), Telecom Italia (Italia) o Vodafone (Reino Unido), trabajen juntas en el desarrollo de la tecnología Open RAN en Europa. Gracias a ello sería más fácil extender el uso de 5G o 5G SA en un futuro cercano y el futuro 6G lo antes posible.
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