“Cuando éramos jóvenes, acabamos mucha fauna, como cachicamos [armadillos] y venados… en esa época no era prohibido cazar y no teníamos mucha conciencia sobre eso”, cuenta Juanita Camargo, propietaria junto con sus cuatro hermanos de la finca Chaparral II, en el municipio de Hato Corozal (departamento de Casanare).
Sin embargo, en 2016 y después de un proceso de reflexión entre ellos, decidieron convertir su predio en una reserva natural de la sociedad civil (RNSC). “Hoy en día podemos ver muchos animales, tanto así que hasta león tenemos (puma). Ser una reserva natural ha sido una experiencia muy positiva. Ahora somos parte de un corredor biológico dentro de la vereda. Nos ha cambiado el paisaje y han llegado muchísimos animales, algo muy gratificante para nosotros”, comparte emocionada.
Recientemente, la RNSC Chaparral II firmó uno de los 113 acuerdos de conservación y producción formalizados con 107 familias propietarias de predios ganaderos y de vocación agroforestal y 2 empresas, en los departamentos de Arauca, Casanare y Vichada. Estos acuerdos impulsados por el proyecto GEF Orinoquia, en colaboración con WWF Colombia, sus socios y aliados técnicos, se han denominado “Conectado la Orinoquia”, porque buscan restaurar ecosistemas degradados, proteger los corredores biológicos de especies como el jaguar, la danta y el oso palmero y mejorar la calidad de vida de las familias productoras en la región.
Casi el 90% de la RNSC Chaparral II son sabanas naturales de pastos nativos donde vive y se alimenta su ganado. Y, aunque el predio tiene muchos esteros y caños (ríos y cuerpos de agua), antes la mayoría se secaban a inicios del verano en la región (enero). Pero “desde que somos reserva, hemos notado que el agua de los caños nos llega hasta finales de febrero. Todo esto nos ha incentivado a seguir conservando y a participar de iniciativas como esta, para que nuestros animales sigan teniendo agua y no se afecte la productividad de la finca”, comentó Juanita.
Los acuerdos buscan restaurar ecosistemas degradados, proteger los corredores biológicos. Foto: Tatiana Rodríguez / WWF Colombia
Los acuerdos de conservación-producción “Conectando la Orinoquia” son de carácter voluntario y se firmaron entre las familias propietarias y empresas junto con la Corporación Autónoma Regional de la Orinoquia (Corporinoquia) o Parques Nacionales Naturales (para el caso de los predios en el DNMI Cinaruco). Asimismo, cuentan con la Asociación Vivero Comunitario Morichales de Vida “El Mapoy”, la Fundación Omacha y la Fundación Cunaguaro como aliados técnicos de este proceso, en el marco del proyecto GEF Orinoquia.
Acuerdos en Arauca, Casanare y Vichada
En Arauca, estos acuerdos se concentraron en dos áreas clave. En el Distrito Nacional de Manejo Integrado (DNMI) Cinaruco, un área protegida de carácter nacional que permite uso, se firmaron acuerdos con 10 familias ganaderas para la conservación de sabanas inundables.
Además, en el piedemonte llanero del municipio de Tame, 28 familias han acordado la restauración de 379 hectáreas de bosques secos tropicales, bosques húmedos premontanos, bosques de galería y morichales en ecosistemas de sabana y áreas deforestadas, para mantener y conservar el recurso hídrico en nueve de sus veredas.
Por su parte, en Vichada, se firmaron 40 acuerdos con 36 familias productoras y dos empresas reforestadoras, con el objetivo de conservar el corredor de conectividad entre la Reserva de Biósfera El Tuparro y el río Bita, donde se encuentran especies como la danta y el jaguar.
Y, en Casanare, se dio un paso importante con la firma de 35 acuerdos de conservación y producción sostenible en las cuencas de los ríos Ariporo y Pauto, especialmente en zonas de sabanas inundables, ecosistemas muy importantes por ser corredores de biodiversidad y los servicios ecosistémicos que prestan.
Cada acuerdo incluye un "plan finca" diseñado con las familias, que incluye acciones específicas de conservación y restauración, asesoría técnica para optimizar las actividades productivas, y la entrega de herramientas y materiales para promover prácticas sostenibles. Además, a través de este enfoque participativo, las familias recibieron capacitación sobre los procesos de conservación, restauración y planificación de sus predios, lo que les permite contribuir directamente a la protección del medio ambiente, mientras mejoran sus sistemas productivos y calidad de vida.
La Orinoquia: oportunidades para conservación y producción
La Orinoquia, que corresponde a la cuenca del río Orinoco compartida entre Colombia y Venezuela, no solo es un escenario de enorme biodiversidad y riqueza cultural, sino que ofrece grandes oportunidades para articular la producción sostenible con la conservación del territorio. De hecho, más del 70 % del territorio nacional registrado como RNSC se encuentra en esta región. Estas constituyen la única figura de conservación privada reconocida por el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP).
Pero la voluntad de conservar no se limita a las reservas. También hay otras personas como Amanda Barreto y Edilberto Hernández, cuyo predio “El Paraíso” está ubicado en la vereda Río Bita (municipio de La Primavera, Vichada), que les apuestan a estos procesos. “Estamos plenamente convencidos de que se puede progresar y conservar, y estamos comprometidos con la fauna y el medio ambiente de nuestro territorio”, dice Amanda.
Para esta familia la presencia de animales silvestres en su predio les genera gran satisfacción, especialmente cuando se trata de ‘Tita’, como “bautizaron” cariñosamente a una danta hembra que llega a cercanías de su casa para alimentarse de forrajes e incluso de plantas de marañón orgánico (el cultivo predominante en su finca). “Para mí, conservar es que perdure en el tiempo lo que hay en torno a nuestra finca y a nuestro territorio… es cuidar lo que tenemos”, dice Amanda convencida.
Un compromiso que apenas comienza
Como parte de los acuerdos, la RNSC Chaparral II se comprometió a seguir conservando y, por ello, recibirá apoyos para mejoramientos en sus prácticas productivas sostenibles: “Vamos a terminar de hacer divisiones de potreros y a colocar más aguas limpias para los animales. Me acojo muy feliz a estos acuerdos, porque para nosotros es un muy importante que nuestro ganado siga teniendo buena agua durante el verano”, resalta Juanita. De esta manera, se apoya su esfuerzo por mantener cien hectáreas de su predio exclusivamente para la conservación.
Asimismo, Edilberto y Amanda decidieron que el 70% de su predio lo seguirán destinando a la conservación, mientras el restante 30% continuará como área de producción sostenible. Con la firma del acuerdo, recibirán también un motocultor (una máquina agrícola pequeña autopropulsada para trabajar el suelo, necesario para labores relacionadas con su seguridad alimentaria).
Para Sofía Rincón, coordinadora Regional Orinoquia en WWF Colombia, "los más de 100 acuerdos firmados en la Orinoquia reflejan un modelo de colaboración entre las comunidades y organizaciones regionales y locales, las autoridades ambientales y WWF, orientado a la conservación y restauración de nuestros ecosistemas más vulnerables. Este es un ejemplo claro de cómo la conservación y la producción pueden ir de la mano, gracias al compromiso de las familias que, con sus esfuerzos, están transformando la región. En WWF Colombia, estamos convencidos de que la verdadera transformación para la permanencia de la biodiversidad y los beneficios que nos presta, así como el bienestar de las comunidades en los territorios, solo es posible cuando estas comunidades lideran a través de un rol activo y colaborativo en la protección de su entorno y estos acuerdos son un claro ejemplo de ello”.
WWF es la principal organización de conservación global, con presencia en más de 100 países y que cuenta con el apoyo de más de 5 millones de socios. Las acciones de WWF están enfocadas en seis grandes objetivos: especies, bosques, océanos, agua dulce, alimentación, clima y energía. WWF tiene además tres líneas de acción transversales: gobernanza política y social, finanzas y mercados.
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