De pequeña estatura, firme como una roca en su fe, la Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo: "saciar su sed de amor y de almas"